Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el Señor—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: «¡Conoce al Señor!», porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán —afirma el Señor—. Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados. Jeremías 31:33-34 Señor nuestro Dios, en ti esperamos. Hay algo que nunca deja nuestros corazones, es tu promesa de que serás nuestro Dios, nuestro Dios en Jesucristo. Esta se mantiene firme y queremos afirmarnos en ella con total confianza. Porque tu Palabra permanece infalible y todas tus obras nos guían hacia el día grande y maravilloso, cuando serás glorificado, cuando por fin nuestros corazones sean libres al conocerte. Podemos ser libres de todas nuestras obras, libres de todo miedo e indecisión, libres de todo sufrimiento y angustia, porque sabemos que tú, oh Dios, eres nuestro Padre. Amén. Artículos recientes de Plough Charles E. Moore Aquellas desconcertantes bienaventuranzas ¿Las bendiciones de Jesús están al alcance de la gente corriente como yo, que no somos especialmente pobres, mansos ni puros de corazón? Leer Heather M. Surls Sanación en Annoor Un hospital en Mafraq, Jordania, atiende a pacientes con tuberculosis. Leer