El Prochlorococcus, la bacteria fotosintética más abundante del planeta, enfrenta un límite inesperado: no soporta temperaturas superiores a 28–31 °C. Un estudio publicado en Nature Microbiology advierte que su declive podría reducir el carbono disponible en la red alimentaria marina y alterar profundamente los ecosistemas oceánicos hacia finales de siglo.