Trump presiona con nuevas tarifas a fabricantes de semiconductores que no produzcan en EE.UU.

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El presidente Donald Trump ha anunciado que impondrá nuevas tarifas a las importaciones de semiconductores provenientes de compañías que no trasladen su producción a Estados Unidos. Esta declaración, hecha antes de una cena con altos ejecutivos del sector tecnológico, marca una escalada en su estrategia comercial centrada en la relocalización de la cadena de suministro y el fortalecimiento de la industria nacional.Aunque no especificó fechas ni porcentajes exactos, Trump aseguró que los aranceles serán «bastante sustanciales», aunque no excesivamente altos. Lo más relevante, según explicó, es que las empresas que ya están produciendo en territorio estadounidense o tienen planes concretos para hacerlo, quedarán exentas de esta medida.Reacciones y señales desde el sector tecnológicoEn el encuentro estuvo presente Tim Cook, CEO de Apple, quien recibió una mención directa por parte de Trump como ejemplo de una compañía “en buena posición”. Apple ha incrementado su compromiso de inversión en EE.UU., elevando su promesa a 600.000 millones de dólares en los próximos cuatro años. Este gesto, aunque estratégico desde el punto de vista comercial, también puede entenderse como una forma de protegerse de futuras presiones regulatorias.Empresas como TSMC, Samsung y SK Hynix han anunciado inversiones importantes en plantas de fabricación en Estados Unidos, lo cual las ubica dentro del grupo favorecido por la administración actual. TSMC, por ejemplo, está construyendo una mega fábrica en Arizona, lo que le permite sortear los posibles aranceles y mantener su acceso al lucrativo mercado estadounidense.Un enfoque ya conocido, pero con nuevas consecuenciasEl uso de aranceles no es nuevo en la política económica de Trump. Ya en su primer mandato, esta herramienta fue utilizada para renegociar tratados de libre comercio, presionar a países como China y promover un enfoque nacionalista en la producción. En este segundo mandato, parece haber un foco más específico: la industria de los semiconductores, considerada estratégica tanto desde el punto de vista económico como de seguridad nacional.Los chips son el “cerebro” de todos los dispositivos electrónicos modernos, desde teléfonos móviles hasta sistemas de defensa. La pandemia de COVID-19 y las tensiones geopolíticas han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de depender de fábricas lejanas, especialmente en momentos de crisis o disputas diplomáticas.Implicaciones legales y comercialesLa iniciativa ha despertado críticas y desafíos legales. Una corte inferior invalidó recientemente gran parte de los aranceles implementados bajo una ley de 1977 diseñada para emergencias. La administración Trump ha llevado el caso al Tribunal Supremo, buscando respaldo legal para mantener este enfoque económico. Este litigio plantea una pregunta clave: ¿hasta qué punto puede un presidente usar herramientas pensadas para emergencias nacionales como instrumentos de política industrial permanente?Desde el exterior, la medida puede percibirse como proteccionista, pero también tiene un impacto directo en la toma de decisiones de las multinacionales. Las compañías que hasta ahora operaban con modelos de producción globalizados se enfrentan ahora a una especie de ultimátum: producir en EE.UU. o pagar un precio alto por vender allí.El impacto económico a corto y largo plazoDesde el punto de vista económico, las tarifas podrían tener un efecto inflacionario en el corto plazo, al encarecer los productos que dependen de semiconductores importados. Pero el objetivo de fondo es claro: crear incentivos para que más empresas instalen fábricas y centros de ensamblaje en Estados Unidos. Esta estrategia también podría generar empleos en regiones industriales deprimidas y estimular la investigación tecnológica local.Sin embargo, la transición no será inmediata ni sencilla. Construir una fábrica de chips puede tardar años y requiere inversiones multimillonarias. Además, la mano de obra especializada es escasa y el ecosistema de proveedores no se construye de la noche a la mañana. Por eso, aunque las tarifas pueden presionar a las empresas, también corren el riesgo de entorpecer el flujo global de innovación tecnológica.Contexto geopolítico y rivalidad tecnológicaEsta movida no puede analizarse sin considerar el contexto global. En la competencia tecnológica con China, controlar la fabricación de semiconductores se ha convertido en una prioridad. Estados Unidos busca reducir su dependencia de Asia y, al mismo tiempo, bloquear el acceso de potencias rivales a tecnologías clave. Los chips de última generación son esenciales para el desarrollo de inteligencia artificial, telecomunicaciones y defensa.Al forzar la relocalización, Trump también busca reforzar el control sobre las cadenas de valor tecnológicas, disminuyendo los riesgos de espionaje industrial y aumentando la capacidad de respuesta ante crisis globales. La medida, aunque polémica, se alinea con un objetivo más amplio: reposicionar a EE.UU. como epicentro de la innovación tecnológica global.Un nuevo mapa para las decisiones empresarialesLas empresas del sector tecnológico ahora deben reevaluar sus estrategias de expansión. La ecuación costo-beneficio ya no se limita al ahorro en producción, sino que incorpora variables políticas, legales y comerciales. Una compañía que decida mantener su producción en el extranjero podría ver cómo sus productos se vuelven menos competitivos en el mercado estadounidense por efecto de los aranceles.Este cambio de reglas obliga a los líderes empresariales a adoptar una visión más geopolítica. La relación entre gobiernos y multinacionales tecnológicas está cada vez más entrelazada, y las decisiones que antes se tomaban desde la lógica de la eficiencia ahora están mediadas por cuestiones de soberanía y seguridad.La noticia Trump presiona con nuevas tarifas a fabricantes de semiconductores que no produzcan en EE.UU. fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.