¿Es España un país para mediocres?

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¿Es España un país para mediocres? La pregunta es tan sencilla como dolorosa: parece que nuestro sistema de valores no premia el esfuerzo ni la excelencia, sino la picaresca y el oportunismo. En mi opinión, el alto rendimiento académico o el trabajo realizado con excelencia no encuentran la recompensa que merecen. La meritocracia se diluye, mientras quienes destacan son, a menudo, vistos con recelo, como si el brillo de uno opacara a los demás. El mensaje implícito que se envía es que, para encajar, es mejor no destacar. Mientras tanto, vemos cómo personas sin ética ni moral escalan posiciones por vías que nada tienen que ver con el mérito. Este tipo de enfoque, en lugar de ser penalizado, a menudo recibe crédito y atención que no merece. Es urgente que nuestra sociedad se detenga y reflexione. Si queremos avanzar como país, debemos poner recursos y reconocimiento al servicio de la excelencia, creando un entorno donde el talento no solo sea tolerado, sino celebrado. De lo contrario, seguiremos desaprovechando a los mejores y ensalzando a los mediocres, perdiendo así el rumbo de nuestro destino como país. José Luis Castro-Feijóo. A Coruña Admirado y odiado: así se define, en buena medida, el ser humano. La historia nos enseña que nuestras acciones han estado marcadas tanto por gestas que parecían imposibles como por atrocidades difíciles de imaginar. El sueño de volar como las aves se convirtió en realidad. Pero la misma aviación dio lugar a bombardeos que sembraron muerte y destrucción en ciudades enteras. La innovación en la depuración del agua permitió a millones de personas mejorar su calidad de vida. Sin embargo, también hubo innovaciones al servicio de la barbarie y del exterminio. Los avances científicos han perseguido siempre prolongar y mejorar la salud humana, recordando en cierto modo aquel viejo anhelo de volar: alcanzar lo inalcanzable, rozar la inmortalidad. Y, mientras tanto, como el propio planeta, somos seres vivos en constante transformación, con una velocidad de cambio hoy mucho mayor que en el pasado. Lo estamos viendo en directo: en la manera en que trabajamos, en las herramientas tecnológicas que usamos, en la forma en que nos relacionamos. El verdadero reto ahora no es solo innovar, sino comprender y orientar esos cambios hacia un futuro más humano. Porque lo que distingue a nuestra especie no es lo que es capaz de crear, sino lo que decide hacer con ello. Pedro Marín Usón. Zaragoza