El espacio-tiempo no existe: una mirada provocadora al concepto que estructura nuestra visión del universo

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Hablar de espacio-tiempo es adentrarse en una de las ideas más potentes y fundamentales de la física moderna. Desde Einstein, lo concebimos como un telar de cuatro dimensiones donde se entretejen los sucesos del universo. Sin embargo, esta imagen, tan útil como seductora, podría estar generando un malentendido conceptual profundo. Según el astrónomo y profesor Daryl Janzen, es hora de aceptar que el espacio-tiempo no es una entidad real, sino un modelo matemático extremadamente eficaz para organizar eventos, pero no algo que «exista» como una mesa o una estrella.La raíz del problema está en confundir el mapa con el territorio. El espacio-tiempo es un mapa de sucesos, no un objeto. Es similar a una carta de navegación que describe coordenadas geográficas: nadie confundiría el mapa con el continente. Y sin embargo, al hablar del espacio-tiempo como un tejido real donde el pasado, el presente y el futuro coexisten, corremos el riesgo de cosificar una herramienta descriptiva.La trampa filosófica del tiempoParte del equívoco viene de enfoques filosóficos que tratan los eventos como si tuvieran una existencia ontológica, como si fueran objetos que «son» en vez de «ocurrir». Corrientes como el eternalismo consideran que todos los eventos, pasados y futuros, existen al mismo tiempo. Otras posturas, como el presentismo, afirman que sólo el presente existe, y que el pasado y el futuro simplemente no están.Janzen propone una ruptura con todas estas visiones: los eventos no existen, simplemente ocurren. Decir que un evento pasado existe porque podemos recordarlo o medir sus consecuencias es como decir que la celebración de tu último cumpleaños sigue ocurriendo en algún rincón del universo. Esto, argumenta, es una extensión incorrecta de un modelo matemático.De los diagramas a la vida realEn física, se utilizan diagramas de espacio-tiempo para representar trayectorias. Por ejemplo, si un coche se mueve a velocidad constante, podemos trazar una línea que conecte sus posiciones a lo largo del tiempo. Esta línea, llamada línea de universo, representa todos los puntos por los que pasó el coche. Pero eso no significa que todas esas posiciones existan simultáneamente.Un caso más complejo: para seguir el movimiento de ese coche en el universo real, tendríamos que considerar no solo su desplazamiento en la Tierra, sino también el movimiento del planeta alrededor del Sol, el del Sol alrededor del centro galáctico y la expansión del propio universo. A medida que añadimos dimensiones, el mapa se vuelve más sofisticado. Pero por más complejo que sea, sigue siendo un mapa. Un modelo. No la cosa en sí.Existencia vs. ocurrenciaUna piedra existe. Puedes tocarla hoy y mañana. Los objetos persisten a lo largo del tiempo, sufren cambios, pueden moverse, pero están «ahí». En cambio, los eventos como «un eclipse» o «una conversación» no existen en ese mismo sentido. Son acontecimientos que suceden y luego desaparecen.El error aparece cuando aplicamos la palabra «existencia» a los eventos del espacio-tiempo como si fueran objetos. Si se dice que el Big Bang «existe» o que un evento futuro ya «está» esperando en el tejido del espacio-tiempo, estamos usando un lenguaje engañoso. Esta confusión ha alimentado debates filosóficos innecesarios, paradojas de viajes en el tiempo y narrativas de ciencia ficción que, aunque fascinantes, no ayudan a clarificar nuestra comprensión de la realidad.Lo que dice la relatividad (y lo que no)La relatividad general describe con precisión cómo los eventos están relacionados en un continuo de cuatro dimensiones, y cómo la gravedad curva ese continuo. Pero la teoría no dice que ese continuo sea una cosa física. No dice que exista como una alfombra enrollada en un rincón del universo.La relatividad permite predecir con exactitud qué eventos pueden influir sobre otros, cuál es el orden de sucesos para diferentes observadores y cómo varía la percepción del tiempo según la velocidad o el campo gravitatorio. Es una herramienta poderosa, pero no una descripción ontológica del cosmos.Janzen insiste en que esta distinción es crucial. Si aceptamos que el espacio-tiempo no existe como objeto, evitamos errores de interpretación, liberamos la física de paradojas innecesarias y mantenemos clara la línea entre modelo y realidad.Por qué importa este debateCuestionar la existencia del espacio-tiempo no es un capricho filosófico. Tiene implicaciones reales en cómo entendemos los fundamentos de la física. Muchos intentos de unificar la relatividad con la mecánica cuántica chocan porque se parte de la premisa de que el espacio-tiempo es una base sobre la que todo ocurre. Pero si el espacio-tiempo es una consecuencia emergente de procesos más fundamentales (como sugieren algunas teorías cuánticas de campos), entonces este punto de vista podría allanar el camino hacia una teoría más coherente.Por otro lado, tiene valor didáctico. Para estudiantes, divulgadores y aficionados a la ciencia, separar el modelo de la realidad ayuda a evitar interpretaciones erróneas. Es como aprender que un gráfico de temperaturas no «es» el clima, sino una representación de cómo se comportó en un lugar y tiempo determinados.Recuperar claridad sin perder potencia predictivaLa propuesta de Janzen no niega la utilidad ni la precisión del modelo del espacio-tiempo. Lo que pide es que lo coloquemos en su lugar: como una herramienta de descripción. Si dejamos de decir que los eventos «existen», y simplemente afirmamos que «ocurren», aclaramos el lenguaje y evitamos sobrecargar a la física con supuestos ontológicos innecesarios.El espacio-tiempo, entonces, sigue siendo una forma brillante de organizar los hechos del universo, de predecir trayectorias, de entender relaciones causales. Pero no es una cosa. No es una sustancia. No es un escenario en el que todo se despliega como en una obra de teatro. Es el libreto, no el teatro.La noticia El espacio-tiempo no existe: una mirada provocadora al concepto que estructura nuestra visión del universo fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.