Ventana indiscreta: Marcos mentales

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Esperando turno en la pescadería del mercado, las trabajadoras siempre discretas, escrupulosas y eficientes. Entre ellas hay muy buen rollo y, todas sus energías están volcadas en atender de la forma más humana posible al cliente. El "número" que me antecede inicia una conversación en la que todos los allí presentes (incluidas las diferente especies a la venta), se dan cuenta que el cliente están encantado consigo mismo. Eso sí, con cierta dosis de amargura y menosprecio a las mujeres. Empieza hablando de su "poderío", ha estado en la boda de su hija en Madrid, que hace 5 años que sale con su novio, ahora le hemos comprado un piso y se acaba de oficializar por la iglesia el matrimonio. Nadie le pregunta nada pero sigue con su diatriba, al parecer su mujer es de Puerto Rico, y "fíjate, acudió una familiar de ella también de allí y le dije: ¿Hay alguna mujer puertorriqueña que no grite? y ella me responde, ¡eso imposible, todas gritamos!". Se ve que está deseoso de agradar e insiste en que todas las mujeres se enfadan y gritan. Quedamos impresionados de la "sabiduría" de este hombre que aparentaba ser del club de los 60, una edad perfecta para saber estar y ser. Justo en ese momento observamos como una de las lubinas "fresca, fresca" salta al otro lado del mostrador como huyendo del cliente, el grupo de besugos están absolutamente ojipláticos, un grupo de camarones cuchichean entre sí, carraspeando ligeramente. La pescadera, una vez que le entregaron el producto, se seca la frente con el delantal, respirando profundamente durante unos instantes. Yo la acompaño en el sentimiento, ella como siempre en positivo afirma que más del 95% de los clientes son gente maravillosa aunque, hay algunos que te hacen dudar. Un poco saturado al salir, paro a tomar un agua con gas en la cafetería de la esquina, al fondo la televisión con las imágenes del regreso de la flotilla humanitaria que intentaba llevar ayuda a Gaza. Otro personaje que está platicando con su compañero de mesa y mirando a la pantalla exclama: "mira esos perroflautas" y, encima tendremos que pagarle nosotros el viaje de vuelta. Sí, es que saben que están en guerra y van allá a tocar las narices. Pienso que quizás sea un mal día para la lírica pero esta manera de comprender el mundo y de actuar en él son desgraciadamente algunos de los marcos mentales que nos encontramos últimamente en cualquier lugar y a plena luz.