Apenas han pasado unas horas desde que el comité noruego del Nobel le comunicó a María Corina Machado (Caracas, 58 años) que le habían otorgado el Nobel de la Paz, un reconocimiento que la líder opositora ni vislumbraba. Machado, a través de una pantalla, la única forma de verla desde que decidió hace más de un año vivir en la clandestinidad, no oculta lo abrumada que está. Entre decenas de llamadas, conversa con EL PAÍS sobre las implicaciones que tiene el galardón. Su voz cortada, al inicio de la entrevista, denota muchas emociones. Seguir leyendo