Ya nadie duda de que hay una burbuja en la inteligencia artificial. Lo único incierto es si explotará con estruendo o si se desvanecerá en silencio

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La inteligencia artificial atraviesa su momento más luminoso y más frágil a la vez. Lo admiten incluso sus arquitectos: Altman y Zuckerberg. Inversiones sin retorno, startups sin producto y una alianza que huele a déjà vu. Silicon Valley vuelve a creer que puede reescribir las leyes de la economía, pero la historia no suele darle la razón dos veces.