El último brindis de Sabina a los pies del Turia

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La vida es, exactamente, lo que transcurre mientras se escuchan las mismas canciones de Joaquín Sabina y la vida te golpea, voltea o aúpa. De generación en generación, todas ellas ataviadas por el icónico bombín que representa al genio de un género literario, incluso más que musical. El maestro de Úbeda, se subió este jueves por la noche al escenario del Roig Arena en la primera de las tres citas en el nuevo recinto multiusos de la ciudad de Valencia . Ante 11.000 personas y en el Día de la Comunidad Valenciana , atípico por las sucesivas cancelaciones de actos por la alerta naranja decretada por la lluvia, Sabina deslumbró a sus 76 años micrófono en mano con su repertorio más clásico en la que, por mucho cueste de creer, era su despedida de la capital del Turia. «Estic boig per tu» -estoy loco por ti-, le decía a su inseparable coplera Mara Barros. En el marco de su gira final 'Hola y Adiós' , se estrenó en el Roig Arena para regalar al soberano el primero de sus últimos tres vals en Valencia, con el cartel de 'sold out' desde hace meses. Acompañado de su irremplazable banda, conformada por Antonio García de Diego, Jaime Asúa, Laura Gómez Palma, Pedro Barceló, Josemi Sagaste, Borja Montenegro y Mara Barros, ha deleitado con un emotivo viaje por una discografía que abarca casi medio siglo. Sabina ha recorrido su famosa «Calle Melancolía», en medio de una inevitable aura de nostalgia; se ha cuestionado, una vez más, cómo pudo suceder que le robaran el mes de abril, sin olvidarse de obsequiar «La canción más hermosa del mundo» a su entusiasmado público. A mitad del concierto, ha cedido momentáneamente el testigo a su apreciada Mara Barros , que ha deleitado a los asistentes con «Camas vacías». «Y sin embargo», valga la redundancia, han cantado juntos después. Por si fuera poco, se ha reencontrado con Chavela y José Alfredo «por el bulevar de los sueños rotos», al tiempo que a «la Magdalena» le ha entonado toda una canción. Uno de los momentos álgidos del concierto ha llegado de la mano de las rancheras «Noches de boda» y la coreada «Y nos dieron las diez», mientras que, por última vez, se ha sumido en el resentimiento de una ruptura amorosa en «19 días y 500 noches». No podía faltar la icónica «Peces de Ciudad» que compuso junto a Pancho Varona y Antonio García de Diego hace ya más de dos décadas, como tampoco podía hacerlo la combinación de «Princesa» y «Contigo», con la que el público valenciano ha comenzado a atisbar que el telón estaba a punto de bajarse de forma definitiva. Más allá de las dos horas de concierto, Sabina se ha desprendido de su bombín y se ha despedido bajo el reconocimiento a uno de los cantautores más influyentes de la música en español. Se percibía entre el público cierta atmósfera de despedida, de haber vivido algo histórico , el último recuerdo de un poeta cuyas letras perdurarán por el resto de los días de cada uno de los asistentes. Porque «amores que matan, nunca mueren», como canta Sabina.