Las elecciones parlamentarias celebradas el pasado 5 de octubre en Siria no han sido, desde luego, plenamente democráticas. De hecho, los sirios no han sido llamados a las urnas, sino que tan sólo unas 7.000 personas, en su calidad de miembros de un Colegio Electoral estructurado en 60 distritos a nivel nacional, han tenido el privilegio de designar a los parlamentarios de la nueva Asamblea Nacional. Una Asamblea, la primera tras el derribo de la dictadura de Bashar al-Assad el pasado diciembre, con un mandato para los próximos 30 meses, en los que el gobierno interino liderado por Ahmed al-Sharaa se compromete a organizar unos comicios ya sí abiertos a la totalidad de la población siria mayor de 18 años.(…) queda por ver cómo evoluciona la situación política en los próximos meses, sabiendo que la celebración regular de elecciones no basta para calificar a un sistema de democrático.Desde ese punto de vista se pueden entender las críticas al proceso, en la medida en que no se ha escuchado la voz de la población y la designación de esos grandes electores no ha sido transparente, lo que ha provocado protestas por la marginación de potenciales candidatos que podrían resultar incómodos para las nuevas autoridades. Por otra parte, dado que los partidos políticos (prácticamente controlados todos ellos por los baazistas ligados a al-Assad) fueron prohibidos tras la defenestración del dictador, todos los candidatos han tenido que presentarse como independientes, aumentando así la dificultad de muchos de ellos para darse a conocer al carecer de una plataforma partidista.En todo caso, en términos realistas, es necesario tener en cuenta la situación anómala de una Siria devastada por una dictadura de 50 años y una guerra que ha asolado el país durante estos últimos 13 años. Más allá de las dudas que pueda generar el grado de sinceridad que al-Sharaa pueda tener en su discurso y en su acción política, apostando en principio por una nueva Siria en la que estén representadas todas las sensibilidades políticas, étnicas y religiosas, la realidad es que hoy habría sido imposible organizar una convocatoria electoral con plenas garantías. Basta con señalar que todavía hay frecuentes episodios violentos en algunas zonas y que hay millones de refugiados fuera del país y un número difícil de precisar de desplazados internos, sin domicilio conocido y sin ningún tipo de documentación para acreditar su identidad. A eso se suma que tampoco existe una administración y una instancia electoral lo suficientemente funcionales como para asumir la organización de unos comicios nacionales en condiciones.Eso obliga a atemperar las críticas, aun asumiendo que de esa manera se acepta que al-Sharaa y los suyos han podido maniobrar para lograr un resultado en línea con sus propósitos. El presidente interino no sólo ha podido ejercer su influencia indirectamente sobre la designación de los 140 parlamentarios que han salido elegidos por el mencionado Colegio Electoral –aunque 20 de ellos no han podido asignarse al quedar postpuesta indefinidamente la elección en la provincia de Sueida y en las regiones de mayoría kurda controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias–, sino que también tiene la potestad de nombrar directamente a los 70 restantes.Nada de eso quita para reconocer que al-Sharaa ha sido lo suficientemente inteligente y flexible como para que el resultado obtenido permita conformar un escenario parlamentario en el que los moderados son mayoría, con presencia de republicanos, liberales, socialdemócratas y figuras cercanas a los Hermanos Musulmanes, junto a otros ligados al régimen anterior. Aunque no ha llegado a establecer cuotas fijas para mujeres –debían ser el 20% de los grandes electores, pero eso no garantizaba que ese porcentaje se repita en la Asamblea– y minorías, la realidad es que entre los 210 escaños habrá presencia de líderes kurdos (tres miembros del Consejo Nacional Kurdo en la provincia de Afrin, controlada por el Partido de la Unión Democrática, con sus Fuerzas de Protección Popular, apoyadas por Turquía), al lado de ismailíes, drusos, un grupo todavía indeterminado de mujeres y hasta algún alauí ligado a la dictadura de los al-Assad. De hecho, incluso cabe entender que su privilegio personal para designar directamente a los restantes 70 diputados que le corresponden le puede servir para compensar la baja presencia inicial de las mujeres y de algunas minorías.Por supuesto, queda por ver cómo evoluciona la situación política en los próximos meses, sabiendo que la celebración regular de elecciones no basta para calificar a un sistema de democrático. La propia Siria de la dictadura de los al-Assad es una buena muestra de ello, con farsas electorales que llegaron hasta las últimas, celebradas en julio de 2024. Son muchas las asignaturas pendientes y muchos los actores que tratarán de torpedear el proceso (con Israel en cabeza). Pero no adelantemos acontecimientos.Autor: Jesús A. Núñez VillaverdeLa entrada Siria vuelve con cautela a las urnas se publicó primero en Real Instituto Elcano.