Viendo próximo el final de este I Festival de Música de Sevilla , tocaba el turno de una tarde en casa de Pauline Viardot o, más bien, de su marido, el hispanista Louis Viardot . Por allí pasaron la flor y nata de los compositores españoles huidos y parisinos que se empaparon de la cultura y del idioma español, aunque sólo fuese para ponerle música a los textos usados, caso de Gounod o Saint-Saëns . Y esta velada -propuesta al principio del recital por estas tres artistas para que nos lo tomásemos así- estaba preparada para evocar alguna de aquellas tardes/noches en casa Viardot, evocando aquelas canciones, sus cantantes, sus acompañamientos del piano, contando para ello con la acogedora acústica de la sala Turina, que de tanto tenerla presente a veces se nos olvida que está ahí, ofreciendo una sensación de acogimiento, de familiaridad. La primera toma de contacto la tuvimos con el 'Dúo de la caña y el bolero' de Manuel García , en ese especial homenaje que de una manera u otra se le está dedicando durante toda la muestra. Y ahí nos encontramos unas voces estupendas, que al elegir este dúo nada más empezar nos soliviantaron por el encabalgamiento de una voz sobre la otra, muy cerrado e imitativo desde el primer compás. Ya ahí apuntaban ambas prometedores registros y sobre todo una gran claridad en los textos , que por cierto pudimos disfrutar incluso en estas piezas que ocupaban toda la primera parte dedicada a la música española, y que en principio se podrían seguir, pero hay que reconocer que no siempre era posible del todo. Y tenemos que recordarlo otra vez: ¿Con Fagioli en el Maestranza no tuvimos sobretítulos y aquí, sin figuras de tanto nombre y en el modesto Turina, contamos con ellos sobre textos en español? En fin, todavía la otra canción de García programada, 'La flor del zurguén', nos reafirmó en el cuidado que ponían -en este caso la soprano sola- en la inteligibilidad de los textos. Naturalmente después del sevillano García es lógico que se siguiera con Rossini , al fin y al cabo mantuvieron una amistad y admiración mutua desde que se conocieron, como atestigua que García estrenara el rol del Conde de Almaviva en su estreno, por ejemplo. La mezzo Mónica Redondo asumió la 'Canzonetta spagnuola' , y ya ahí descubrimos su excelente y completo registro, su firmeza o su intensidad expansiva, mostrando una amplitud de emisión, tanto en la zona alta como en la baja. Pero para dominar plenamente el estilo, debiera articular un poco mejor las agilidades, Completó este apartado 'Rossini' un encantador dúo, ' Les amants de Séville' en el que Redondo lució unos graves desahogados y 'naturales'. Rossini estaba encantado con que las García cantasen sus canciones: María Malibrán , la gran diva de su tiempo, y Pauline Viardot , cantante y compositora. De esta oímos precisamente la 'Serenata a Rosina' , que nos acercó al canto de la soprano Elena Sancho , una voz muy bonita, que controlaba mejor las articulaciones de los melismas, a la vez que mostraba un dominio de los agudos notable. Sin salir de Viardot, la 'Caña' ofreció la oportunidad de oír a Redondo en el dominio del modo menor, que acaso le vaya mejor para mostrar toda su expresividad. Hay que decir que prácticamente todo el programa, incluyendo a los autores franceses, hubo en el piano una intencionalidad guitarrística , que fue desde el bordón hasta los arpegiados a modo de rasgueo. Y por último, 'El fandango del diablo' , en el que tuvimos la oportunidad de escuchar a las cantantes nuevamente en dúo, encabalgamiento incluido (no sabemos si marca de los García), sólo que aquí se añadieron grandes arcadas de notas sobre una vocal (a modo de 'vocalise'), que resultaron de gran espectacularidad. La segunda mitad del programa prácticamente estaba dedicado a lo que aprendieron los compositores franceses en casa de los Viardot. Por ejemplo, '¡Ay, pobre Curro mío! de Gounod . El poema original está en español, y los recursos rítmicos, armónicos o de acompañamiento (como el citado 'rasgueo') los imitaban, en donde con una voz hermosísima e incontestable Redondo no terminaba de definir bien las coloraturas. Es difícil pensar en un autor tan francés como Massenet escribiendo una canción que titularía 'Sevillaine' , donde Sancho sobresalió en las difíciles agilidades e insistentes notas, como en 'tenuto' (el efecto -no la música- nos recordó a la canción del ruiseñor de 'Doña Francisquita'), culminando en un tremendo Re sobreagudo . Redondo tuvo una gran oportunidad, y la aprovechó, en la difícil 'Vocalise-étude en forme de habanera' de Ravel , en la que aumentaba la dificultad, ya que mostraba una expresividad como si estuviese desarrollando un texto, y en realidad sólo se sostenía sólo sobre 'ah'. Debussy fue acaso quien más estiró las estructuras de las canciones españolas, aunque aquí agregó una dificultad notable en los agudos, así como en las agilidades, obligando a alcanzar en el final un temible Do sostenido, que recordemos que se ofrece prácticamente en el final, donde es verdad que la voz ya está rodada, pero también que puede encontrarse cansada. Pero lo dio primorosamente bien. Por último, eligieron también a Debussy para terminar a dúo con la 'Chanson espagnole' , de final espectacular, al que hay que llegar en una apretada conjunción sonora. Francamente, creemos que era la primera vez que escuchábamos en directo 'El arreglito' de Iradier , toda una sorpresa para quien no la conociera a modo de propina. Vimos cómo Bizet pilló lo que más le gustó de la obra y desechó lo que no, lo cual no deja de tener mérito. Y puede que el 'Dúo de los gatos' de Rossini sí lo hayamos oído en vivo alguna vez, pero lo cierto es que por la cosa de ser tan conocido nadie lo ofrece. Muy interesante el trabajo de la joven pianista Teodora Oprisor , de sonido claro, que consiguió no embarullar las texturas, contando con la tapa completamente abierta, con mucha atención a los pedales y a seguir a las cantantes francamente bien.