Jason Clarke cruza 'La última frontera' para enfrentarse a la decisión más complicada de su vida

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En los límites de Alaska, donde el viento se convierte en amenaza y la soledad es casi un personaje más, un accidente aéreo desencadena el caos. Un avión de transporte penitenciario se estrella en mitad de la nada, liberando a decenas de criminales peligrosos. Desde ese momento, la vida tranquila del marshal Frank Remnick se derrumba. 'The Last Frontier: conspiración en Alaska', el nuevo thriller de Apple TV+ que llega este viernes, combina la acción salvaje con una profunda exploración moral sobre el control, la desconfianza y el precio de las decisiones. Jason Clarke, actor y productor de la serie, interpreta a Remnick, un hombre que dejó atrás Chicago y la DEA para refugiarse en su tierra natal, Alaska, junto a su esposa y su hijo. Buscaba paz, pero el destino tenía otros planes. «Frank está buscando desacelerar su vida, pero entonces este avión trae consigo una ola, una nube de caos», resume Clarke. «Y dentro de eso, se ve obligado a luchar por su comunidad, por sí mismo y por su familia». En este caso, un avión de transporte de presos se estrella en una zona remota y salvaje, y docenas de reclusos violentos quedan libres. Remnick, que debe encargarse de proteger el pueblo que ha jurado mantener a salvo, empieza a sospechar que aquello no fue un accidente, sino el primer paso de un plan perfectamente elaborado, con implicaciones devastadoras y de largo alcance. Bajo su espectacularidad, 'The Last Frontier' aborda temas que resuenan con el mundo actual: la vigilancia, el poder de las instituciones y la pérdida de confianza en los sistemas. En uno de los arcos centrales, la CIA se involucra en la investigación del accidente, y el pequeño pueblo de Alaska se convierte en el tablero de una conspiración global. «Invita a reflexionar sobre cómo el control y la vigilancia ha cambiado nuestras vidas. Muchos de los radares de vigilancia están ubicados en lugares muy remotos del mundo, como Alaska». En ocasiones la realidad supera la ficción y en este caso 'The Last Frontier' funciona como una metáfora de un mundo cada vez más invadido, también, por la desconfianza y la manipulación. «Hemos salido del COVID y, de todo lo que ha pasado. Ahora todos cuestionan todo, y todos pueden hacerlo por el acceso a todo a través de las redes sociales», asegura el actor. No es una crítica, sino una observación lúcida de la época que habitamos. En medio de esa niebla de información y sospecha, 'The Last Frontier' no busca sermonear. Clarke insiste: «Esta no es una serie política ni una comedia. En el fondo, es una serie de entretenimiento, un thriller de acción con corazón en su núcleo». Sin embargo, el eco de la actualidad es inevitable. La caída de un avión, la intervención de agencias secretas, la sensación de que nada es lo que parece… todo recuerda a esa era de incertidumbre donde lo que debería proteger también puede volverse contra uno mismo. La serie combina el ritmo del cine de acción de los 90 con una atmósfera densa y reflexiva. Clarke vio en ello una oportunidad de explorar los límites de la verdad y la culpa. «Frank tiene su propio secreto, donde ha cruzado una línea y alguien más ha tenido que pagar el precio», reconoce. Ese conflicto interior es el núcleo de la serie: un hombre que ha servido toda su vida a la ley, obligado ahora a enfrentarse a sus propias sombras. Tomar una decisión es jugarse la vida. «Creo que esas preguntas morales han existido siempre a lo largo de la historia. Si miras atrás, el mundo siempre ha enfrentado las mismas cuestiones: ¿el fin justifica a los medios? Y creo que eso ha estado ahí desde el amanecer de la humanidad y seguirá estando». Esa vulnerabilidad convierte al protagonista en algo más que un héroe de acción. Frank Remnick no lucha por salvar al mundo, sino por encontrar sentido. En su figura hay ecos del cansancio contemporáneo: hombres y mujeres que intentan sobrevivir en un entorno donde la verdad se diluye y las instituciones tambalean. Clarke sabe que, aunque 'The Last Frontier' se ambienta en un paisaje remoto, habla de algo mucho más cercano. «Hay una gran familia en el centro de todo», decía también el actor en otro momento de la entrevista. «Eso es lo que hace a cualquier historia grandiosa. 'Los Soprano', una de mis series favoritas, en el fondo no trata de mafiosos, trata de la familia». La familia, la lealtad y la culpa son las fuerzas que empujan a su personaje en un entorno hostil donde cada decisión deja cicatrices. La serie no ofrece respuestas sencillas. 'The Last Frontier' convierte la lucha de Frank en un espejo de las contradicciones del presente: el miedo, la pérdida de fe en las instituciones, el deseo de hacer lo correcto aunque no esté claro qué significa eso. Clarke lo resume en una reflexión casi confesional: «Tiene que responder dentro de sí mismo, dentro de la serie. ¿El secreto que guardo valió la pena? ¿O no valió la pena? ¿Cómo me siento al respecto? ¿Qué me hace eso a mí? ¿Tengo derecho a hablar ahora? ¿Soy un hipócrita? ¿Y cómo protejo a mi familia de aquí en adelante? ¿Por qué estoy luchando?». Alaska, más que un escenario, es una metáfora del aislamiento y de la supervivencia. Los paisajes helados reflejan la dureza de un mundo en el que la moral se congela fácilmente. Clarke, que encarna a un hombre dividido entre la ley y la humanidad, traduce esa tensión en algo universal: la necesidad de creer que aún se puede actuar con decencia incluso cuando todo parece perdido.