“Tony Blair en el gobierno de Gaza sería la broma del siglo”: el recelo palestino en Israel ante el 'plan de paz'

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Jerusalén Este, Sajnin, Tel Aviv. La concentración que se organizó el sábado 4 de octubre en el cementerio de Sajnin, una de las grandes ciudades árabes del norte de Israel, en Galilea, ha adquirido una nueva dimensión.Originalmente prevista para honrar las tumbas de dos habitantes de la ciudad, asesinados por el ejército israelí hace justo 25 años, al comienzo de la segunda Intifada, se celebró al día siguiente de la aceptación por parte de Hamás de convertir el “plan Trump” en una base de discusión que podría conducir a un rápido alto el fuego.Mazen Ghnaim, alcalde de Sajnin, ve “por primera vez en dos años, un germen de esperanza”. Pero este proyecto le inspira sentimientos contradictorios. “Por un lado”, explica, “por fin se vislumbra la posibilidad de que cesen la masacre, de que nuestros hermanos puedan acceder al agua, a los medicamentos y recuperar su dignidad. Pero, por otro lado, seguimos defendiendo la autodeterminación del pueblo palestino, que este plan está dispuesto a pasar por alto. Creo que sin duda se producirá un alto el fuego. Pero la guerra contra los palestinos dura desde 1948 y no va a terminar así, sea cual sea el resultado de las negociaciones de las próximas horas.”Abed, un treintañero que ha acudido a la concentración desde la gran ciudad árabe de Umm al-Fahm, es aún más severo y está preocupado. “¿Quién tendría hoy el corazón tan frío como para no desear que el baño de sangre termine a cualquier precio? Pero temo una nueva maniobra de Netanyahu, que tenía que darle algo a Trump. Su objetivo final sigue siendo expulsar a los habitantes de Gaza.”Abed también culpa a los regímenes árabes que apoyan el plan: “Por supuesto que están divididos. Para Egipto, el desplazamiento de los habitantes de Gaza es una línea roja, por eso el plan dice hoy que podrán quedarse. Pero los saudíes y los emiratíes ya ven los beneficios que podrían obtener al participar en la administración y la reconstrucción de Gaza. Su visión es la misma que la de Jared Kushner [yerno de Trump, ndr], con quien ya están haciendo negocios. Esos regímenes árabes —Siria, Sudán, Libia— han matado o dejado morir a cientos de miles de árabes, no les preocupa la muerte o la supervivencia de unas pocas decenas de miles de palestinos más.”Y según él, “aunque haya logrado volver a situarse en el centro del juego durante unos días, Hamás está acabado. Los islamistas siempre tienden a malinterpretar las relaciones de poder reales y las dinámicas políticas y geopolíticas. Más allá de la retórica sobre la ‘resistencia’, casi nadie los quiere en la región. Se encuentran constantemente atrapados entre el poder americano y los liberales y laicos de sus propias sociedades”.Para los palestinos que viven en Jerusalén Este, que no tienen la ciudadanía israelí, sino una tarjeta de residencia que les permite desplazarse, la situación es similar. Mahmoud Mouna, propietario de tres librerías en la calle Salah-el-Dinh, se declara “dispuesto a apoyar cualquier iniciativa que permita un alto el fuego, porque detener esta masacre es una exigencia suprema”.Pero, continúa, este plan, “aunque lograra silenciar las armas, crearía un nuevo sistema de opresión comparable al que ha provocado el derramamiento de sangre. Poner en el poder a hombres de negocios que pretenden desarrollar los territorios palestinos con el pretexto de que no somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos es la receta perfecta para la explotación colonial. Me recuerda al mandato británico: los blancos vienen a decirnos lo que tenemos que hacer y se aprovechan para enriquecerse. Por eso tengo sentimientos encontrados, porque quiero que se acabe el derramamiento de sangre, pero no con un neocolonialismo”.A sus 42 años, Mahmoud Mouna no vivió el mandato británico sobre Palestina, pero este periodo sigue vivo en la memoria de los palestinos. Su sobrino, Ahmad, de 34 años, sonríe un buen rato antes de responder cuando se le pregunta qué piensa del plan Trump. “Tony Blair para gobernar Gaza sería la broma del siglo. Ya ha demostrado su capacidad para fracasar en la cuestión israelo-palestina. Es responsable de decenas de miles de muertes árabes en Irak. Es la cara de un legado colonial responsable de la terrible situación que se vive aquí.”Para este joven, este plan “redactado en la Casa Blanca por hombres blancos que creen encontrar mejores soluciones que nosotros para un trozo de tierra que desconocen, sin pedirnos nuestra opinión” será, “en el mejor de los casos, un acuerdo para detener la guerra, pero lejos de ser un esbozo de plan de paz”.Sin embargo, añade inmediatamente, “aunque este plan no tenga en cuenta el punto de vista palestino, la prioridad hoy es, ante todo, detener las matanzas. Estamos por tanto a favor de cualquier cosa que permita detener la masacre.”Mahmoud Mouna amplía la conversación: “Estamos aquí, a poca distancia de la zona E1, que divide Cisjordania, sobre la que los israelíes, con la garantía de los americanos y los europeos, se habían comprometido inicialmente a no construir nuevas colonias, para luego dar marcha atrás. Tengo 42 años y he visto cada año cómo los israelíes avanzaban en la colonización con el visto bueno americano. ¿Y debemos creer en la palabra del errático Trump y del mentiroso Netanyahu?”.¿El apoyo de los países árabes al plan es suficiente para tranquilizar a los palestinos de Israel con los que nos hemos reunido? “No son más que unos hijos de puta que nunca han apoyado a Palestina y nunca lo harán”, afirma con palabras floridas que expresan una opinión generalizada Tamer, propietario de una tienda de chocolate y café en una concurrida calle de Jerusalén Este, cerca de la ciudad vieja.Durante una conversación interrumpida cada poco por el ruido de la máquina de moler café, no se calma por el plan Trump y por el hecho de que Netanyahu “va a continuar con el genocidio, instalar colonias en Gaza y continuar con la limpieza étnica, independientemente de lo que se escriba en este documento y se decida durante las negociaciones”.Sin embargo, se muestra menos tajante sobre el reconocimiento de un Estado palestino anunciado recientemente, por iniciativa de Francia, por varios países, entre ellos la ex potencia mandataria. “Al principio, no me importaba, porque en la práctica no cambia nada. Pero he hablado con amigos y cambiado de opinión. Eso pone de relieve nuestro destino. El objetivo del 7 de octubre, aunque se puedan reprobar los medios utilizados, era atraer la atención internacional, ya que los palestinos habían sido borrados de la agenda diplomática.”Mahmoud Mouna desarrolla una idea similar: “Aunque este reconocimiento sea solo simbólico, vivimos en una tierra intoxicada por los símbolos, en la que los símbolos no solo son importantes, sino que también tienen un efecto”.Según él, este reconocimiento va mucho más allá de lo simbólico. “Es cierto que un Estado palestino nunca ha estado tan lejos de existir como hoy, pero lo que yo veo es un reconocimiento del derecho de los palestinos a la autodeterminación. Llega tarde y no hay que sobrevalorar el gesto, que también permite a los occidentales quedarse con la conciencia tranquila, pero se aprecia.”Mahmoud Mouna recuerda también con una sonrisa que “aunque las implicaciones prácticas de tal reconocimiento son hoy invisibles, hay que recordar que Israel se fundó en 1948 gracias al reconocimiento internacional de las grandes potencias”.Su reticencia se debe más bien al hecho de que no habría que “limitar ese reconocimiento a la aplicación de una solución de dos Estados aún más improbable hoy que ayer. Insisto más en el reconocimiento de nuestro derecho a la autodeterminación que en la perspectiva de un Estado palestino para no limitar nuestra imaginación política”, añade.¿Qué quiere decir? “Personalmente, sigo creyendo en un Estado binacional, a pesar del odio y la sangre derramada. Desde hace dos años, los palestinos de Jaffa, Nazaret o Haifa no han tratado de matar a sus vecinos para vengar la masacre de sus hermanos y hermanas en Gaza. Por supuesto, la ira aumenta con la sangre derramada, la represión es feroz, pero no renunciaré de entrada a la idea de un Estado binacional, sobre todo en un momento en el que se hace todo lo posible para que sea imposible la coexistencia de dos Estados.”Para él, “la juventud palestina que ha crecido con un proyecto nacional palestino en quiebra y unos líderes decrépitos y corruptos está menos obsesionada que las generaciones anteriores con la creación de un Estado. No son tan nacionalistas como antes. Entre los nacionalistas clásicos que han fracasado y los que han llenado el vacío con un discurso religioso, existe un tercer espacio importante, que se define a sí mismo como palestino e internacional”.Su sobrino Ahmad forma parte de esa generación que ha crecido tras el fracaso del paradigma de Oslo. “Sobre el terreno, el reconocimiento de Palestina por parte de nuevos países no cambia nada”, opina. “Son los hechos los que dictan la realidad. Y los hechos, hoy en día, son la construcción incesante de nuevas colonias, el acaparamiento de tierras, las modificaciones legislativas, la construcción de carreteras...”Para él, “reconocer el Estado palestino es menos una decisión simbólica que un antojo romántico. Es agradable para nuestros oídos, pero seguirá siendo postureo si no va acompañado de acciones y sanciones”.El joven también se hace eco de las palabras de su tío: “Es muy difícil que la juventud palestina se interese en una solución de dos Estados. Se necesitan dos para bailar el tango. ¿Podemos realmente imaginar que Israel va a desmantelar todas las colonias de Cisjordania, que hoy en día parece un queso gruyère suizo?”.Pero ¿podemos imaginar aún más lo que sería un Estado binacional, cuando la discriminación y la desconfianza entre los judíos de Israel y los palestinos ciudadanos del Estado no han dejado de aumentar en los últimos dos años? “Ninguna de las dos ‘soluciones’ es viable en un futuro próximo”, responde. “Pero si tengo que elegir entre dos sueños, prefiero el sueño de un solo Estado. Es más bonito y menos manido”.Había caras llorosas durante las intervenciones de las familias de los rehenes en la tribuna, cánticos entonados al unísono, banderas israelíes y americanas entremezcladas, camisetas con el lema Seal the deal (Cierra el trato), pancartas con el lema “Traedlos a casa inmediatamente”, “Trump, los ciudadanos de Israel están contigo” o con el rostro del presidente americano tachado con el eslogan End this fucking war (Acabad con esta puta guerra). Decenas de miles de personas se reunieron la tarde del sábado 4 de octubre frente al museo de Tel Aviv para pedir la liberación de los rehenes y la firma de un acuerdo que ponga fin a la guerra.Entre ellas, Katia, de 65 años, explica que lleva viniendo a este museo “todos los sábados desde hace dos años, llueva, haga viento o nos queme el sol”. Pero hoy, añade, “somos diez veces más que los sábados anteriores. Realmente hay esperanza. Espero que este sea el último sábado que tenga que venir aquí”. Lo que une a las personas presentes, añade, “es el destino de los rehenes y el fin de la guerra en general, pero también la hostilidad hacia Netanyahu. Aquí hay gente de izquierdas y de derechas, pero de una derecha que no simpatiza con Netanyahu”.David, agente inmobiliario en Ramat Gan, un suburbio cercano a Tel Aviv, lleva un cartel con el rostro de Matan Agrast, un soldado israelí secuestrado el 7 de octubre. Él también viene aquí casi todos los sábados, “y a veces entre semana”. Está aquí para “impedir que Netanyahu haga fracasar el acuerdo, como ya ha hecho en numerosas ocasiones”. Pero, añade espontáneamente, “la diferencia es que esta vez tenemos a Trump de nuestro lado. Si consigue que vuelvan los rehenes y detener la guerra, creo que se merece el Nobel de la Paz”, cuyo ganador se anunciará en Estocolmo dentro de una semana.Un poco más lejos, en el abarrotado bulevar Shaul Hamelech, está Tamar con una pancarta de la ONG de izquierdas Mistaklim (“Mirar a la ocupación a los ojos”) en la mano. “Estoy aquí esta noche para que cese el sufrimiento tanto de los palestinos de Gaza como de los rehenes”, explica. “Hoy en día, se trata de una causa gemela”.¿Para que eso ocurra confía en Donald Trump? “Esa no es la pregunta que debemos hacernos esta noche. Por supuesto que es paradójico que sea precisamente quien está destruyendo el planeta quien permita que quizá la región se calme. Por supuesto que este hombre tiene una lógica colonial e imperial que está en la raíz del genocidio en Gaza. Pero lo urgente es detener las armas, la revolución la haremos después”. Traducción de Miguel López