En medio del más penetrante trauma, surgió la unidad. Las horas posteriores al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 fueron testigo de un renacer brotado de los charcos de sangre. Las mismas personas que, días antes, se enfrentaban en las calles, de repente, se tomaban de la mano, se abrazaban, se secaban las lágrimas. Los asesinatos a sangre fría de 1.139 de sus conciudadanos y el secuestro de otros 250 tuvieron la potencia suficiente para unificar a la sociedad israelí más polarizada de los últimos tiempos. Todo el espectro político se unió. Pero ese inesperado hechizo apenas duró unos meses. Ahora, las plazas vuelven a estar llenas de rabia, desesperación y un odio feroz al Gobierno. Desde los despachos de Tel Aviv y Jerusalén, no parecen, sin embargo, oír estos clamores.Seguir leyendo....