Elon Musk ha convertido a Optimus, su robot humanoide, en el nuevo eje de su apuesta tecnológica. En declaraciones recientes, afirmó que estos androides podrían representar hasta el 80% del valor de Tesla en el futuro. Más allá de los coches eléctricos, su visión incluye millones de robots capaces de hacer tareas domésticas, como fregar platos o doblar ropa. Según sus cálculos, este mercado podría generar ingresos por encima de los 10 billones de dólares. La ambición es clara: llevar a Tesla de un valor de mercado actual de algo más de un billón, a los 25 billones.Sin embargo, hay voces críticas que cuestionan la viabilidad de ese escenario. Una de las más autorizadas es la de Rodney Brooks, cofundador de iRobot, empresa conocida por crear el robot aspirador Roomba. Para él, lo que Musk propone es «puro pensamiento fantasioso».La trampa de la forma humanaBrooks no niega que veremos robots humanoides en los próximos 15 años. Pero insiste en que no se parecerán ni a los modelos actuales ni a los propios humanos. La idea de construir máquinas con piernas y manos como las nuestras podría resultar, según él, un error costoso.Uno de los principales retos es la destreza táctil. Aunque durante décadas se han diseñado manos robóticas con dedos articulados, lograr una sensación real de tacto sigue siendo una barrera infranqueable. Brooks apunta que la ciencia actual ni siquiera tiene una comprensión profunda de qué constituye el «tacto» ni cómo medirlo, almacenarlo o reproducirlo. Enseñar a una máquina a ser diestra, sin antes dominar los fundamentos del tacto, es como intentar enseñar a cocinar sin que el aprendiz pueda oler o saborear los alimentos.Los esfuerzos actuales se apoyan en el aprendizaje automático, alimentando robots con enormes cantidades de datos para que imiten habilidades humanas. Pero Brooks sostiene que, sin una base sensorial realista, este enfoque será insuficiente. El resultado serán robots costosos con rendimientos limitados, condenados al olvido como muchas otras tecnologías fallidas.Problemas técnicos y competencia en aumentoLas advertencias de Brooks no son teorías sin fundamento. Tesla está enfrentando dificultades técnicas graves con Optimus, especialmente en lo que respecta a las manos del robot. La producción prevista de 5.000 unidades para este año se ha retrasado, y los problemas de rendimiento han sido documentados por medios como The Information.Mientras tanto, otras empresas están avanzando con propuestas distintas. En Estados Unidos, la startup Figure ha mostrado progresos notables con su robot Figure 02, capaz de cargar lavavajillas y clasificar paquetes. En China, la compañía Unitree ha centrado sus esfuerzos en la accesibilidad económica, lanzando al mercado el modelo G1 por tan solo 16.000 dólares, una fracción del costo de otros prototipos.Estas iniciativas demuestran que el sector está en plena efervescencia, pero también evidencian la falta de consenso sobre el camino correcto. Mientras unos se obsesionan con replicar la forma humana, otros buscan diseños especializados que cumplan funciones específicas con mayor eficiencia y menor coste.Ruedas en lugar de piernas: una evolución inevitableBrooks predice un cambio de paradigma: muchos de los robots que hoy se presentan como humanoides terminarán por adoptar ruedas en lugar de piernas. Al principio, podrán mantener una apariencia híbrida, pero con el tiempo se alejarán del diseño humanoide tradicional. Será una transición parecida a cuando los primeros coches se parecían a carruajes: con el tiempo se impuso la forma más funcional y no la más familiar.Esta evolución no es una derrota, sino una adaptación práctica. Cada tarea requiere herramientas específicas, y eso incluye a los robots. Pretender que una máquina con forma humana sea óptima para cualquier tipo de trabajo es como intentar usar un destornillador para clavar clavos. En muchos casos, la forma humana será simplemente ineficiente.La historia como advertenciaEl entusiasmo de Musk recuerda a otras etapas de la historia tecnológica en las que el hype superó la realidad. Como ha ocurrido con los coches autónomos o la realidad virtual, la expectativa puede generar inversiones multimillonarias que terminan por no justificarse. Brooks advierte que una gran cantidad de dinero podría terminar diluyéndose en intentos fallidos de lograr que los robots humanoides actuales funcionen como se espera.Esto no significa que el sueño de la robótica esté muerto, sino que el camino podría ser muy distinto al que Musk imagina. Robots habrá, muchos y muy variados. Pero su forma, funciones y utilidad dependerán de elecciones de diseño más pragmáticas que filosóficas.Creer que cualquier tarea humana puede ser replicada por un robot con forma humana, sin considerar las complejidades del cuerpo y los sentidos, es una simplificación peligrosa. Y en este terreno, la experiencia acumulada de expertos como Brooks puede valer más que las promesas espectaculares de cualquier CEO.La noticia El espejismo de los robots humanoides: entre la ficción de Musk y la realidad según Rodney Brooks fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.