Los obispos afrontan su primera asamblea plenaria de la era León entre la presión del Gobierno y la definición de su liderazgo

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Los obispos no logran reunirse en paz. Ni siquiera ahora, cuando parecían haber quedado atrás los años más convulsos —los de exigencia de autofinanciación, las inmatriculaciones y los informes cruzados sobre abusos—. La Conferencia Episcopal llega esta semana a su 128ª Asamblea Plenaria, la primera tras la elección de León XIV , con el pulso interno agitado por las distintas visiones eclesiales —expectantes y con la mirada puesta en Roma hasta que el nuevo Papa defina su programa —, las revelaciones mediáticas y las presiones del Gobierno, que ha convertido en costumbre calentar la cita con filtraciones y anuncios desde la semana previa. La Asamblea Plenaria que comienza este martes en Madrid —precedida por el encuentro de hoy entre la comisión ejecutiva y el Papa en el Vaticano— tiene oficialmente como asuntos centrales del orden del día «ultimar las líneas pastorales para el cuatrienio 2026-2030» y concretar el acompañamiento a los obispos eméritos. Pero, como suele ser habitual, lo interesante se encuentra en la agenda oculta. El escenario de un nuevo pontífice acentúa la soterrada contienda por la definición del liderazgo dentro de la casa. A ello se suma la presión del Gobierno, que insiste en desacreditar la fórmula elegida por la Iglesia para reparar a las víctimas de abusos mientras agita la 'resignificación' del Valle de los Caídos —hoy Cuelgamuros— justo en la semana en que se cumplen 50 años de la muerte de Franco. A ese clima cargado hay que añadir un elemento inédito: los obispos se reunirán por primera vez sabiendo que uno de ellos —Rafael Zornoza Boy, de Cádiz y Ceuta— está siendo investigado por una «verosímil» acusación de abusos a un menor ocurrida hace tres décadas. Ya lo ensayó en marzo y ahora repite la estrategia. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, responsable por su cargo de las relaciones del Gobierno con la Iglesia católica, tuvo muy presentes a los obispos esta pasada semana. Primero con su reunión con asociaciones de víctimas para criticar el plan Priva , la fórmula elegida por la Iglesia para reparar a las víctimas de abusos que tienen cerrada la vía judicial (por prescripción o muerte del victimario) y proponerles por enésima vez un modelo impuesto por el Estado que nunca se llega a concretar. Y, casi a la par, con la confusa presentación del proyecto ganador de la resignificación del Valle de los Caídos , que consiguió movilizar a los sectores eclesiales más conservadores. Hace seis meses había hecho lo mismo, entonces con la filtración a la prensa afín de un acuerdo con el Vaticano sobre la resignificación, que acabó desembocando en un escrache a los obispos a la puerta de la sede de la Conferencia Episcopal, en la calle Añastro de Madrid, en especial al cardenal José Cobo, al que acusaban de «Judas» y «traidor» y señalaban como máximo responsable del «sacrilegio». Tras la presentación, este pasado martes, del proyecto ganador de la reforma del Valle, ya han aparecido pintadas en ese sentido en la fachada de Añastro , por lo que no sería de extrañar que la llegada de los obispos a la reunión estuviera animada, de nuevo, por estos grupos que se oponen a cualquier intervención en el espacio de Cuelgamuros. Ese mismo martes, Bolaños también se reunió con representantes de asociaciones de víctimas en el complejo de la Moncloa para «informarles» sobre el estado de las conversaciones entre Gobierno e Iglesia católica sobre la cuestión y presentarles, de nuevo, su intención de que exista un sistema mixto Iglesia-Estado, con participación de las víctimas y reparaciones a cargo de la Iglesia. En la práctica, no incluye ninguna novedad. Es la misma fórmula que Bolaños vendió en julio de 2024 a esas asociaciones, en la semana previa a la aprobación del plan Priva por parte de los obispos. Incluso el presidente del Episcopado, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ya anunció este pasado marzo que la Iglesia podría aceptar una «posible supervisión» del Defensor del Pueblo en su comisión para la reparación a las víctimas de abusos, que ya lleva funcionando de forma autónoma más de un año. Aunque medio año después el ofrecimiento de Argüello no se ha llegado a concretar por parte del Gobierno, Bolaños insistió en crear su propio modelo y algunas de las asociaciones, tras la reunión, calificaron de «fracaso» el plan Priva de la Iglesia. Sin embargo, la Conferencia Episcopal no parece dispuesta a desmontar un sistema que funciona. Hace un mes ABC desvelaba que la Iglesia ya había pagado un millón ciento nueve mil trescientos cincuenta euros (1.109.350 €) a 39 víctimas de abusos sexuales (de las 89 reclamaciones presentadas hasta ese momento), en el primer año de funcionamiento de esta comisión asesora, lo que suponía 28.444,8 euros por afectado. Ahora, a fecha de 13 de noviembre, ya son 99 las peticiones recibidas y 51 los dictámenes emitidos. El importe total de la reparación propuesta asciende a 1.562.880 euros, lo que eleva la media por indemnización a 30.644,7 euros, una de las más altas asumidas por las Iglesias europeas. A ello habría que sumar una «retribución en especie» que deben asumir las entidades eclesiales para cubrir los gastos de los procesos terapéuticos de las víctimas. Una realidad de funcionamiento que parece contradecir las críticas del Gobierno y de las asociaciones de víctimas que le son afines. Las aguas llegaban más agitadas, si cabe, a aquella reunión del martes después de que 'El País' hubiera publicado que el Vaticano investigaba al obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza Boy, por un presunto abuso a un menor en el seminario de Getafe hace unos treinta años. Zornoza se convertía en el primer obispo, y además en activo, acusado de abusos en España. En un breve comunicado , el obispo calificó de «muy graves y falsas» las acusaciones y anunció que suspendía su agenda para tratarse de un «cáncer agresivo», por lo que su presencia en la Plenaria de este martes parece poco probable. Tras el anuncio de la enfermedad, de la que nada se conocía hasta ese momento, que sirvió a Zornoza para quitarse de en medio, en ambientes eclesiales se hizo notar el escaso, casi nulo, respaldo que el obispo ha recibido de sus correligionarios. De hecho, el primero en pronunciarse fue Luis Argüello , quien destacó la «verosimilitud» de la acusación. Una idea que suscribía, un día después, el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la CEE, José Cobo, quien también reclamaba la pronta resolución del caso. Una unidad de criterios que configura el otro componente oculto de esta Asamblea Plenaria que ahora comienza en Madrid: la definición del liderato de los obispos españoles en los próximos años. Hace seis meses, en la anterior Plenaria, era evidente que el hombre del Papa Francisco en España era el cardenal Cobo. No solo le había nombrado arzobispo de Madrid y cardenal en poco menos de un mes, sino que le había encomendado varios cargos en el Vaticano, entre ellos ser miembro del Dicasterio para los Obispos, que entonces presidía el cardenal Robert Prevost. Pese a ello, en marzo de 2024 los obispos españoles decidieron, en primera votación y con un amplio respaldo —48 votos de los 78 posibles—, que su presidente fuera el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello. Parecía entonces que Cobo —junto con el entonces obispo de Teruel, José Antonio Satué, también presente en la «fábrica de los obispos»— tenía por delante unos años para configurar, a través de los relevos y los nuevos nombramientos, un Episcopado a la medida de Francisco. La salida del nuncio Bernardito Auza, decretada cuando Francisco todavía estaba ingresado en el Policlínico Gemelli —a quien los obispos más francisquistas acusaban de proponer candidatos al episcopado de perfil conservador— parecía allanar el camino a Cobo y Satué. Sin embargo, en mayo, la muerte de Francisco y la elección de León XIV cambiaron las reglas de juego. Y, desde entonces, entre las muchas incógnitas todavía sin resolver de este pontificado se encuentra la de saber quién será su interlocutor directo con los obispos españoles. Y en ello Cobo parece haber dado un paso atrás, pese a que en los últimos dos años ha sido miembro del dicasterio que presidía Prevost, lo que, en principio, le presupone una cercanía al nuevo Papa. Sin embargo, no conviene olvidar que el cardenal de Madrid llegó al Dicasterio en septiembre de 2023 por una designación directa de Francisco, y Prevost, que lo dirigía desde ese enero, tuvo que aceptar que ciertos nombramientos, como el del mismo Cobo, se hicieran fuera del procedimiento habitual y sin tener en cuenta su criterio. Algo difícil de digerir para un doctor en Derecho Canónico. Quizá eso explique que Cobo solo haya tenido una audiencia con León XIV desde que es Papa. Además, Cobo mantiene en los últimos meses un perfil muy bajo. Dos acontecimientos personales parecen haber afectado su moral. Por un lado, la inesperada y repentina muerte de uno de sus obispos auxiliares, José Antonio Álvarez, en quien confiaba para su proyecto de renovación de la diócesis de Madrid. Un infarto fulminante acabó con la vida de Álvarez en la madrugada del pasado 1 de octubre. Al encontrarse mal, el obispo apenas tuvo tiempo de avisar a Cobo, que vive en el piso de al lado, quien tuvo que llamar al 112 y asistió a Álvarez en sus últimos momentos. A ese triste acontecimiento suma Cobo otra preocupación, propiciada por un sacerdote con el que le une una relación de amistad y con quien también compartió portal antes de ser nombrado obispo. Desde hace unos meses circula por las aplicaciones de la diócesis un vídeo en el que el sacerdote, sin identificarse como tal, cuenta en público, en un show humorístico, cómo conoció a «su chico», con el que afirma llevar «tres años», mientras ambos participaban en una orgía homosexual. Pese a lo explícito y espontáneo del vídeo, que deja poco lugar a las dudas, el sacerdote afirmó que se trata de una broma, lo que no ha impedido que Cobo, ahora su máximo superior, le haya retirado de la parroquia en la que ejercía su labor pastoral. Además, los escasos nombramientos y traslados tras la muerte del Papa, todos ellos de expedientes iniciados antes de la salida de Auza, han puesto en evidencia que el tándem Cobo-Satué ha perdido influencia en el nombramiento de obispos, que solo parece que se retomará cuando el nuevo nuncio, Piero Pioppo, tome posesión de la delegación diplomática vaticana, prevista para comienzos de diciembre. Una circunstancia que obligará a que el tradicional saludo del nuncio en la apertura de la Asamblea Plenaria recaiga en su representante, el secretario de la nunciatura, Giuseppe Commisso. Así, a lo largo de la semana, los obispos estarán muy pendientes de cualquier signo que les ayude a comprender quién realmente va a ser, a partir de ahora, el interlocutor entre el Papa León XIV y la Iglesia católica. Aunque la primera pista seguro que llega desde los nueve miembros de la comisión ejecutiva que esta mañana, a las nueve, tendrán la oportunidad de reunirse directamente con el Papa. El encuentro, pedido desde su elección y agendado este lunes desde agosto, se enmarca dentro de las visitas «habituales» cuando se nombra un nuevo Papa, pero las circunstancias que lo rodean seguro que ponen sobre la mesa el tema de los abusos, la resignificación del Valle —que Prevost visitó cuando era superior de los Agustinos— y el liderazgo en la Iglesia española. Así, todo apunta a que esta Plenaria será de todo menos un plácido encuentro pastoral. Mientras, Roma señala, Moncloa presiona y Añastro contiene la respiración.