Nuevamente tenemos la oportunidad de escuchar a la muy emergente soprano onubense Soraya Méncid , sin que tengamos que decir que ganó Concurso Internacional Nuevas Voces Ciudad de Sevilla 2024 porque su presencia es constante en cualquier ámbito musical de la ciudad. No sabemos si para demostrar su versatilidad vocal o para ofrecernos un programa variado, lo cierto es que el recital estaba claramente dividido en dos partes (sin descanso): nos acercaba por un lado el maravilloso mundo de la 'mélodie' francesa y por otro las grandes arias belcantistas, si bien no las más trilladas (si exceptuamos 'Quel guardo il cavaliere' de 'Don Pasquale'). Desde un punto de vista formal, además de esta división por géneros, nos pareció que eligió un repertorio que fuese un camino en ascenso hacia los agudos estratosféricos de la 'Grand Opera' de Meyerbeer , considerando pues estos como la meta a seguir de forma que el recital termine con lo más espectacular. Porque mirado de otra manera podemos encontrarnos que la 'mélodie' con la que comenzaba, 'Après un rève' , es una pieza necesitada de un cariño, de una dulzura, de un ramillete de expresiones que puede que esté su dificultad a la altura de los agudos más altos. De hecho, la cantidad de transcripciones a otras voces o instrumentos es importante. Y también en sí misma se organiza mirando un ascenso progresivo hasta que termina rompiendo en un clímax soberbio de intensidad expresiva. Aquí nos pareció que el pianista tenía una idea algo más locuaz que la soprano, que se quedó un poco más atrás, quizá pensando en no quemar las naves desde el principio. Pero ya desde estos primeros instantes la voz se mostraba con un registro pleno y suave, intensificando el texto de esta poesía anónima toscana que tradujo al verso Momain Bussine, y que exige un canto 'legato' que la onubense dejó ver en todo su esplendor desde el principio. Al mismo primer cuaderno de Veinte 'mélodies´ corresponde también la segunda pieza, 'Au bord de l'eau' , y aunque no van seguidas en su numeración (15 y 17), sin embargo, tonalmente se mueven entre Do menor y Do sostenido menor, esta última responsable de crear tradicionalmente una atmósfera romántica, lo que vendría a reforzar el título del programa. Le seguía una creación de Reynaldo Hahn, 'L'heure exquise' , en la que asoman los primeros agudos, que aquí están dotados de unas cadencias en esta zona alta desconocidos y que la cantante supo dar con exactitud. La presencia de Pauline Viardot llegó con una canción alemana, 'Die Sterne' , que supuso la primera introducción larga del piano, a la vez sacó un bellísimo centro y una elevación de los agudos. También aparecieron los primeros diálogos entre la voz y el instrumento, aunque fuese de un modo imitativo. Precioso e introspectivo 'Au pied de mon lit' ('A los pies de mi cama'), en el que pone su madre a la 'Virgen negra' que calmará el dolor de sentir que no merece el amor de su amada. Lili Bloulanger crea esta atmósfera tan recogida, en la que los agudos hablan de dolor y las frases resultan más ásperas. De un carácter más popular y directo, la música de Cécile Chaminade es elegante y animada, pensando en todo tipo de púbiicos. Fue una virtuosa del piano y la primera mujer en tener un éxito reconocido no sólo en Francia, sino en otros países, incluyendo Estados Unidos, donde llegó a haber 'Clubes Chaminade'. 'Villanelle' comparte este espíritu popular, que acentúa con agudos. También 'Sombrero' lo tiene y parece divertida, aunque lo que destacan son los cambios de ritmo y de 'tempo'. Todo esto lo cantaba Méncid sin descanso alguno, así que el piano llegó para dárselo y separar la 'mélodie' francesa de la ópera italiana. Nos gustó mucho el pianismo de Navarro , y además su buen gusto y entendimiento para acompañar la música francesa, con un entendimiento total con la soprano, añadiendo esas gotitas de perfume decimonónico en la sala. Eligió para él solo la 'Pavana para una infanta difunta' de Ravel , y aquí nos pareció que esa evanescencia que había presentado hasta ahora se diluyó con Méncid, y lo suyo fue una lectura exacta de la partitura. Volvió la soprano, suponemos que algo más descansada, para sacar adelante el lote belcantista, y Navarro volvió por donde solía. Empezaba la soprano con 'Non si da follia maggiore' de 'Il turco in Italia' de Rossini , cuando ya había calentado la voz y abordaba los agudos con bastante seguridad y acierto. En todo caso, todavía las coloraturas no alcanzaban esa claridad de articulaciones a las que nos tiene acostumbrados, así que hubo que esperar a Bellini, que además traía un cambio de atmósfera con 'Oh quante volte' de 'I Capuleti e I Montecchi' de Bellini , momento ideal para trabajar las posibilidades dramáticas de la soprano, ya que se entrecorta su discurso con silencios, como su lamento. Finalmente, apurará el momento con una larga vocalización sobre 'tuo' que rematará en un tremendo Do sobreagudo. Primer gran aplauso. Nos pareció que al cambiar de 'Il turco' a 'Capuleti' necesitaron los dos intérpretes ese momento para ponerse en situación. Sin embargo, el cambio a Donizetti no les llevó nada y la cavatina de Norina 'Quel guardo il cavaliere' de 'Don Pasquale' la cubrió de frescura y suficiencia para que entendiéramos su rol. Sin embargo, todavía tendría que enfundarse en un papel muy dramático, 'Robert, toi que j'aime' de 'Robert le diable' de Meyerbeer , Nuevo cambio radical de sentimiento, expresión y languidez, si se quiere. Aquí demostrará además Méncid la fortaleza y acierto de su técnica vocal. Una voz redonda, completa, de largo fiato, para terminar en un final espectacular y un Do sobreagudo añadido que levantó al público de sus asientos.