Aunque parezca tranquila, la Luna es víctima de un bombardeo constante de micrometeoroides. Su estudio resulta esencial para proteger a los astronautas del proyecto Artemisa.Pequeños micrometeoritos golpean continuamente la superficie lunar, poniendo en peligro el trabajo de los astronautas.En apariencia, la Luna es un mundo sereno, sin viento ni clima que modifique su superficie. Pero, bajo esa calma aparente, un torrente de partículas diminutas viaja a velocidades extremas, capaces de perforar metal y equipos en segundos. Y para los ingenieros de la NASA, esta amenaza define el diseño de cualquier base lunar permanente.La iniciativa Artemisa busca establecer la presencia humana de forma prolongada en el satélite natural, y garantizar la integridad de los módulos y de quienes los habiten se ha vuelto una prioridad. Pero cada micrometeoroide, aunque sea minúsculo, representa un riesgo real, recordando que el vacío espacial no perdona errores de cálculo.Un bombardeo silencioso pero constante en la LunaLa Luna carece de atmósfera, lo que deja a su superficie desprotegida frente a fragmentos que se desplazan a velocidades de hasta 70 kilómetros por segundo. Esta lluvia de partículas es casi imperceptible, pero sus efectos pueden ser devastadores.The Moon is our cosmic crash detector Every day, tiny asteroids and meteoroids hit Earth's neighbourhood - most too small to notice.But on the airless Moon, their impacts light up as brilliant flashes ️ESA pic.twitter.com/9sKeA5ckZ2— Dreams N Science (@dreamsNscience) November 16, 2025Daniel Yahalomi, miembro del Departamento de Astronomía de la Universidad de Columbia, y su equipo realizaron un estudio detallado que apareció publicado en arXiv, usando el Modelo de Ingeniería de Meteoroides de la NASA. Los resultados mostraron que un hábitat de tamaño similar a la Estación Espacial Internacional recibiría entre 15.000 y 23.000 impactos al año de micrometeoroides que van desde una millonésima de gramo hasta 10 gramos.Artículo relacionadoUna ciudad de cristal en la Luna: la NASA quiere que vivamos en burbujas de cristal hechas de polvo lunarCada colisión libera energía suficiente para dañar la estructura, obligando a los diseñadores a considerar soluciones defensivas específicas. Incluso las partículas más pequeñas, invisibles al ojo humano, pueden perforar paredes y equipos críticos.Variaciones según la ubicación lunarEl riesgo de impactos no es uniforme en toda la superficie de la Luna. Según los hallazgos de Yahalomi, los polos presentan la menor frecuencia de colisiones, mientras que las zonas que miran hacia la Tierra están más expuestas.Los escudos Whipple son estructuras multicapa diseñadas para dispersar la energía de los micrometeoritos y proteger hábitats en entornos espaciales.Esta distribución se debe a la relación dinámica entre la Luna, la Tierra y el Sol. La órbita y rotación del satélite funcionan como un escudo natural, protegiendo ciertas áreas y dejando otras más vulnerables.La elección del polo sur para la primera base del proyecto Artemisa resulta estratégica: ofrece menor bombardeo, acceso a hielo de agua y buenas comunicaciones. Comprender estas variaciones permite seleccionar lugares que combinen seguridad y funcionalidad.Micrometeoroides: los peligrosos enemigos de la LunaLos micrometeoroides presentan una gran diversidad en su composición. Pueden ser finos o gruesos, vítreos, escoriáceos o con cristales relictos. Cada tipo impacta de manera distinta y requiere un análisis detallado para predecir su efecto sobre las estructuras humanas. Los micrometeoroides son diminutos fragmentos de roca o metal, usualmente de tamaño milimétrico, que llegan desde el espacio. Proceden de asteroides y cometas, resultado de la fragmentación de cuerpos mayores del sistema solar. Impactan de manera constante sobre la Tierra, generando el polvo cósmico que se deposita en los océanos y en las zonas polares. A diferencia de la Tierra, donde la atmósfera quema la mayoría de los fragmentos, en la Luna todas las partículas golpean con fuerza hipersónica. Esto convierte incluso a los micrometeoritos más pequeños en amenazas potenciales para hábitats, vehículos y herramientas.Conocer la composición y tamaño de estos impactos permite diseñar defensas eficaces, evitando sobrecargar los módulos con blindajes innecesarios.Escudos Whipple: primera línea de defensa de la Luna Una de las soluciones más efectivas son los escudos Whipple, una multicapa de aluminio que fragmentan el micrometeoroide en la primera capa, disipando la energía antes de que llegue al hábitat. Este mismo diseño se ha utilizado en la Estación Espacial Internacional.El análisis de Yahalomi proporciona fórmulas que permiten calcular cuántos impactos podrían atravesar el blindaje según el grosor y la ubicación del módulo. Esto ayuda a mantener la seguridad sin añadir un peso excesivo, fundamental para el transporte desde la Tierra.La rutina lunar bajo amenazaPara los astronautas, convivir con esta lluvia invisible será parte de la vida diaria. Cada actividad exterior y cada estancia en los módulos estará marcada por la conciencia de que cualquier fragmento, por pequeño que sea, puede causar daños.Artículo relacionadoUna galaxia vecina avanza hacia nosotros a 400.000 km/h: así será el futuro choque cósmicoLos sistemas de protección son un requisito indispensable para vivir meses en la Luna. Desde la elección del emplazamiento hasta la ingeniería del blindaje, todo gira en torno a minimizar la exposición. Y es que, aunque la superficie lunar parezca tranquila desde la distancia, la realidad es que el espacio cercano sigue siendo un lugar donde la vida humana debe afrontar a retos extremos.Referencia de la noticiaDaniel A. Yahalomi et al, Micrometeoroid Impact Rate Analysis for an Artemis-Era Lunar Base, arXiv (2025). DOI: 10.48550/arxiv.2511.04740