Tras 500 años, Dublín tiene oficialmente una catedral aprobada por Papa León XIV

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(ZENIT Noticias / Dublín, 17.11.2025).- Durante generaciones, los dublineses convivieron con una anomalía eclesial: una población católica que superaba con creces a cualquier otro grupo religioso de la ciudad, pero que carecía de catedral propia. Esta peculiaridad histórica ha llegado a su fin. Por decreto del Papa León XIV, Santa María —conocida durante mucho tiempo como la Pro-Catedral— ha sido designada catedral oficial de la Arquidiócesis de Dublín, restituyendo formalmente a la comunidad católica un estatus perdido hace medio milenio.El anuncio fue realizado el 14 de noviembre por el Arzobispo Dermot Farrell, durante una liturgia que conmemoraba el bicentenario de la consagración de la iglesia en la festividad de San Lorenzo O’Toole. La elección del momento fue deliberada: lo que comenzó en 1825 como una estructura provisional —erigida con la esperanza de que algún día se construyera una verdadera catedral— ha sido confirmado ahora como el corazón eclesial permanente de la capital irlandesa.Para los católicos de Dublín, la noticia tiene una trascendencia que va más allá de la identidad arquitectónica. La ciudad no ha tenido una catedral católica desde la Reforma, cuando tanto Christ Church como St. Patrick’s, sedes medievales de la antigua jerarquía, pasaron a manos de la Iglesia de Irlanda (anglicanos). Las Leyes Penales y siglos de exclusión política aseguraron que la mayoría católica permaneciera sin catedral hasta el siglo XIX, cuando se erigió St. Mary’s como solución provisional. El nombre del edificio, Pro-Catedral —pro tempore, «por el momento»—, era un recordatorio de una larga historia inconclusa.Esa historia, al parecer, ha llegado a su fin.El arzobispo Farrell comunicó a los fieles que el Papa había respondido «con gran alegría» a su solicitud, presentada en el marco de las celebraciones del bicentenario. Al eliminar la designación «Pro», León XIV no solo consolidó la identidad canónica de la catedral, sino que también colocó una piedra angular simbólica en el centro de una ciudad en plena transformación. El arzobispo describió la decisión como una “gran transición”, que armoniza la vida de la arquidiócesis con la fe vivida de una comunidad arraigada durante siglos en la resiliencia.Aunque los signos externos del cambio sean modestos —los dublineses, señaló Farrell con ironía, difícilmente se acostumbrarán de la noche a la mañana a llamar a la iglesia de otra forma—, las consecuencias van más allá de lo meramente decorativo. Santa María es ahora oficialmente la iglesia madre de la arquidiócesis, un título que conlleva implicaciones litúrgicas, pastorales y cívicas.Esta designación llega justo cuando la catedral se prepara para una importante restauración aprobada a principios de este año por el Ayuntamiento de Dublín. La historia del edificio está repleta de momentos de gran relevancia nacional. Su cripta alberga los restos de casi mil personas, entre ellas antiguos arzobispos, familias católicas destacadas y dublineses comunes. Su nave ha sido escenario de funerales que captaron la atención de todo el país, como los de Michael Collins en 1922 y el del feniano Jeremiah O’Donovan Rossa. Incluso en las últimas décadas, ha servido como punto de encuentro entre la Iglesia universal e Irlanda; el Papa Francisco solicitó una visita personal aquí durante su viaje para el Encuentro Mundial de las Familias en 2018.Lo que distingue a la nueva catedral, sin embargo, no es solo su pasado, sino su ubicación. Santa María se erige en una zona de la ciudad marcada por la pobreza, la precariedad y la tensión social: las mismas realidades que el arzobispo Farrell destacó en su homilía. Habló con franqueza sobre un Dublín en constante transformación, donde el desarrollo comercial crece junto a la indigencia y la drogadicción, y donde las comunidades más antiguas se sienten eclipsadas por la rápida evolución de la ciudad. En este contexto, argumentó, la catedral sirve como un recordatorio profético de que los pobres no son una categoría social, sino miembros de la misma familia de fe.Farrell describió la catedral como un lugar de encuentro: entre Dios y la gente de la ciudad, entre la historia de la Iglesia y sus desafíos actuales, entre la oración y la compleja realidad de la vida cotidiana. Apoyándose en las Sagradas Escrituras y en autores monásticos, enfatizó la importancia de un espacio sagrado que ofrece refugio, silencio y la posibilidad de renovación. Una catedral, dijo, no debe ser un museo de la memoria católica, sino un hogar vivo desde el cual irradian la proclamación, el servicio y la paz.El arzobispo no idealizó el momento. Reconoció la profunda transformación que afronta el catolicismo irlandés, un cambio impulsado tanto por transformaciones culturales como por los propios fallos de la Iglesia. Pero insistió en que Santa María, fortalecida por su herencia musical y litúrgica, puede servir como centro de evangelización en una ciudad que busca estabilidad y esperanza.El decreto del Papa León XIV, por lo tanto, es más que un ajuste administrativo. Une pasado y presente: un capítulo inconcluso de la época de la Reforma que ahora se encuentra con una Iglesia que navega las incertidumbres del siglo XXI. Y sitúa la catedral no en la cima de una colina ni tras una piedra monumental, sino a pie de calle, cerca de aquellos a quienes el Evangelio llama primero.Para Dublín, una ciudad donde la historia está profundamente arraigada, el nombre en la calle Marlborough finalmente refleja la fe de las personas que la han habitado durante dos siglos. Santa María ya no es una catedral en espera. Es, una vez más, el hogar católico de la ciudad.Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.  The post Tras 500 años, Dublín tiene oficialmente una catedral aprobada por Papa León XIV appeared first on ZENIT - Espanol.