Un soltero de 'First Dates' se ofende con Carlos Sobera por el motivo más insólito: «No me gustó nada»

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Miguel (22) estudia Filosofía; concretamente, se siente identificado con las posturas éticas de Immanuel Kant . Su aspiración es conseguir «un sistema ético absoluto que pueda regirlo todo y nos saque del relativista moral que impera en al sociedad». No le gusta la fiesta, detesta el ruido alto y además le agobian las multitudes. También le contó el madrileño a Carlos Sobera que prefiere escuchar música en casa. A veces clásica, otras a Luis Miguel , coros cristianos o pop coreano… Lo que le va apeteciendo, excepto el reguetón, un género que no soporta. Terminada la carta de presentación de Miguel en 'First Dates' , el presentador siguió el guion interesándose por sus preferencias en el amor para buscarle una cita acorde a su prototipo. «Una chica muy sincera, directa y clara. Me gustan que tengan valores férreos sobre cosas que realmente importan. Que no son relativistas en ningún sentido. Y no tienen problemas a la hora de debatir cualquier cosa». Aunque, en realidad, a Miguel lo único que le importaba es que su tía lo viera por televisión. «He venido porque a ella le hace ilusión», revelaba, dejando a Sobera recalculando. «O sea, que si no es por tu tía no hubieras venido», apuntó el Cupido del programa, para acto seguido mandarle un cariñoso saludo a la mujer. «¡Te amo, Concha !», exclamó. A Miguel , sin embargo, no le sentó muy bien la dedicatoria de Sobera. «No me gustó nada cuando Carlos se puso a gritar '¡te quiero, Concha '! Saludar es decir 'hola, Concha '», se quejó en los totales. El estudiante de filosofía cenó con Paula (22), una maestra de Salamanca que, al verlo, se llevó una sorpresa: no era lo que esperaba. Hechas las presentaciones, se hizo el silencio entre los dos hasta que Lidia Santos tuvo que animarlos a que arrancaran a hablar. «No tengo nada que decir», soltó Miguel, sin filtros. Ante las cámaras, la soltera reconoció que si bien achacó su mutismo a los nervios para no ser desagradable con su cita, verdaderamente también tenía mucho que ver la falta de atracción. «Soy una persona un poco tímida, me cuesta sacar conversación. Si una persona me atrae intento tirar de la cuerda, pero no era lo mío…». Una vez sentados en la mesa, la nomenclatura de los platos desconcertó a Migue l. Confesó incluso estar un poco tenso por no entender qué era eso del tartar o por qué en el menú los 'entrantes' se llamaban 'preliminares'. Al rato, fue Paula la desconcertada por los gustos tan eclécticos de su pretendiente. Entre los dos lo único verídico es que el madrileño, a su pesar, se encontraba más cerca de Kant y de su filosofía que de conquistar a Paula, y que ella hubiese entendido mejor la 'Critica de la razón pura' que a Migue l. Con ese panorama, el soltero le dio el 'sí' a su cita en la decisión final. Siempre tan pragmático, mostró su predisposición a encontrar una manera cómoda y barata de viajar en tren entre Madrid y Salamanca. Pero entre ellos no se interpuso Renfe, sino la falta de atracción de Paula .