En Soy la daga y soy la herida, la escritora colombiana crea una fábula sobre la violencia inspirada en el genocidio de Gaza. La autora de Delirio denuncia el derrumbe de las normas internacionales y un mundo dominado por el miedo y la impunidad. Desde la ficción y la parodia, propone un nuevo modo de narrar lo indigerible: la crueldad del presente.