Un estudio de Weill Cornell Medicine demuestra que el daño cerebral asociado a la hipertensión aparece días antes de que la presión arterial aumente. Cambios moleculares en neuronas, vasos sanguíneos y sustancia blanca anticipan el deterioro cognitivo y abren la puerta a fármacos capaces de frenar la neurodegeneración desde sus primeras señales.