¿Por qué sí al fracking? Ciencia, coherencia y seguridad energética

Wait 5 sec.

En México, el fracking se volvió una palabra prohibida. La administración actual lo rechazó por “dañar el ambiente” y “poner en riesgo la soberanía”. Pero cuando se revisan los datos duros —los que explican cómo se mueve el sistema eléctrico y el gas natural— surge otra realidad: negarse al fracking aumenta la dependencia externa, debilita la seguridad energética y contradice la idea misma de soberanía.El fracturamiento hidráulico consiste en inyectar agua con arena a presión para liberar gas atrapado en rocas muy compactas a gran profundidad. No es un método experimental ni una explosión subterránea: es una técnica utilizada desde hace más de dos décadas en países altamente regulados como Estados Unidos y Canadá. Cuando se aplica con normas estrictas y monitoreo continuo, sus riesgos ambientales son controlables. La evidencia internacional demuestra que los incidentes ocurren por mala regulación, no por la técnica en sí.La decisión de prohibirlo se basa en tres argumentos: daño ambiental, uso excesivo de agua y “defensa de la soberanía”. Pero estos puntos no resisten un análisis técnico. El agua usada en fracking representa una fracción mínima del consumo industrial nacional. Los daños citados provienen de prácticas sin supervisión. Y la “soberanía” no se fortalece prohibiendo el fracking: se debilita.Además, la prohibición contrasta con proyectos gubernamentales de enorme impacto real. El Tren Maya devastó miles de hectáreas de selva, alteró cuevas, cenotes y acuíferos del frágil sistema kárstico de Yucatán. La incongruencia es evidente: se rechaza una técnica regulable mientras se impulsan megaproyectos con daños irreversibles.Hoy México importa más del 80% del gas natural que consume. Ese gas mantiene cerca del 60% de la electricidad nacional, buena parte de la industria pesada y prácticamente todas las nuevas centrales de ciclo combinado. Sin ese gas texano, México se paralizaría. La fragilidad quedó expuesta en febrero de 2021, cuando una ola de frío en Texas cortó el suministro y provocó apagones masivos.México posee recursos suficientes para abastecerse durante décadas. Existen zonas —especialmente en el norte— capaces de producir volúmenes comparables a los que hoy importamos. Con un programa ordenado, podríamos recuperar parte importante de la autosuficiencia.Mientras se prohíbe el fracking en nombre del ambiente, aumenta el uso de combustóleo, se frenan gasoductos, se debilita la planeación de largo plazo y se ignoran riesgos de suministro. La política energética se contradice: rechaza lo que podría darnos seguridad y adopta lo que incrementa la contaminación y la dependencia.No se trata de promover el fracking sin control; se trata de regularlo con seriedad. La energía no se decide por ideología, sino por ciencia, datos y planificación. Prohibir el fracking nos debilita. Regularlo con rigor nos fortalece.The post ¿Por qué sí al fracking? Ciencia, coherencia y seguridad energética first appeared on Ovaciones.