Recientemente, se ha puesto de moda denominar bullying al acoso en los colegios. No entiendo el porqué de la incorporación de este término en inglés porque desde hace siglos, en casi todos los grupos humanos ha existido el acoso y/ o maltrato.En la dinámica de los grupos (familiares, laborales) es decir, en todos los ámbitos donde los grupos funcionan, existen categorías: el líder, el chivo expiatorio o “la oveja negra”, y distintos bandos en función de su distancia del poder.Los grupos constituyen una compleja red de distribución de dones de forma más o menos explícita que determinan su funcionamiento jerárquico y, por tanto, el papel que cada uno de sus miembros debe desempeñar. El psicoanálisis y particularmente la psicología social durante el siglo pasado profundizó en esta cuestión. A tal punto que algunas empresas e instituciones realizan una psicoterapia grupal para poder resolver los síntomas que el funcionamiento del grupo produce en los individuos.Muchas bajas laborales, enfermedades psicosomáticas, conflictos legales tienen por causa las distorsiones dentro de los grupos.La esfera política no es ajena a este fenómeno, solo basta con estar atentos a las noticias para comprobar las fuertes batallas con los oponentes políticos y a veces con más intensidad “el fuego amigo” que se produce dentro de las filas del mismo signo partidario. Las frecuentes caídas en desgracia de determinados dirigentes está vinculado a hacerse cargo de corruptelas más o menos importantes que pueden poner en peligro la integridad del propio grupo político. No hace falta retroceder mucho en el tiempo para ver cómo algunos dirigentes “manchados” asumieron la pena carcelaria que a ojos vista correspondía a líderes más destacados del partido.Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que a lo largo de la historia desde que tenemos noticia, las intrigas palaciegas han dado lugar a asesinatos, encarcelamientos más o menos injustos, en definitiva, cruentas luchas de poder.¿Por qué en los colegios? Allí se supone que todos los alumnos deben ser iguales, pero no.[articles:345709]La lucha por el liderazgo, el más fuerte, la más guapa, el más listo determinan esa dinámica. En los grupos casi siempre se hace necesario que exista un elemento que cargue con la pesada losa de no poder o saber defenderse, de ser el débil.Se establece de esa forma una dinámica donde el niño se empequeñece por el peso de la desvalorización de sus compañeros y al mismo tiempo se cubre de una fuerte coraza que lo inhibe para defenderse.Desde mi punto de vista, cuando este fenómeno ocurre en primer lugar hay que estudiar el rol que este menor ocupa en su familia, hasta qué punto potencia o no su supuesta minusvalía.El grupo de profesores tampoco es ajeno a esta cuestión y mediante la introspección y el análisis grupal es posible determinar las medidas oportunas a tomar dentro del colectivo docente.Esta propuesta no es fácil llevar a la práctica porque implica un cuestionamiento sincero de varios niveles de poder en los centros escolares.Es más fácil confeccionar protocolos (tan en boga últimamente) que, como se ha visto de poco sirven si el colegio es sancionado por el reconocer el bullying en su centro.Y así vamos, cumpliendo protocolos y burocracia y poniendo el grito en el cielo ante el suicidio de una adolescente o el maltrato de un joven. Luego vienen las quejas y lamentaciones, los discursos más o menos encendidos en los medios de comunicación, las promesas de enmienda, el barrido superficial de la basurilla.Hace más de medio siglo que psicólogos sociales y psicoanalistas hemos abordado este asunto y sus posibles remedios, pero la administración sigue a sus asuntos.