Cuando Rosalía canta en Reliquia "yo que perdí mis manos en Jerez", no está improvisando una metáfora bonita. Está abriendo una puerta a un capítulo que la ciudad conoce mejor que nadie: los años en los que la artista llegaba a Jerez sin ruido, sin focos, sin escolta, y encontraba aquí algo que la marcaría para siempre y que no sería solo su gusto por bailar por bulerías.Quienes trabajaron con ella antes del estallido lo cuentan a lavozdelsur.es con una mezcla de ternura, orgullo y la sensación de haber sido testigos de un inicio que hoy ya pertenece a la historia reciente del flamenco y del pop.Alfredo Lagos, el primero en contactarla desde JerezEl primer jerezano que apostó por ella fue Alfredo Lagos, que la conoció en Madrid "en 2015 o 2016", cuando aún no había publicado Los Ángeles (2017). "Me convenció muchísimo su expresión cantando. Tenía algo muy original. Para mí era un diamante en bruto", recuerda. Fue esa intuición la que lo llevó a llamarla y traerla por primera vez a Jerez."Yo la invité a mis conciertos como artista invitada, sin más", cuenta. De aquellos años, antes de que su nombre empezara a sonar fuerte, acumularon "catorce o quince conciertos" juntos. Rosalía llegaba a Jerez, cantaba y conocía poco a poco la cultura, sobre todo la del flamenco, sin que nadie imaginara lo que estaba por venir.Rosalía junto a Alfredo Lagos, en una actuación.Jerez como foco del flamencoLo que sí supo desde el primer momento fue que la ciudad tenía un pulso especial. Lagos recuerda que Rosalía sentía fascinación por el flamenco jerezano. "Le gusta el flamenco de cualquier sitio, pero Jerez es la tierra del flamenco, y eso lo percibía enseguida. Le gustaba el compás, los artistas, la manera de sentir la música".De aquel periodo, el guitarrista destaca especialmente el momento en que le presentó a Diego Carrasco. "Me decía: 'Ay, Alfredo, fíjate Diego Carrasco… yo lo escucho desde que era niña'. Le hacía muchísima ilusión conocerlo".Diego Carrasco El propio Carrasco guarda un recuerdo cálido de aquella etapa: "Escucho su música, tengo buenos recuerdos de cuando trabajé con ella". Sobre el guiño a Jerez en Reliquia, confiesa a lavozdelsur.es: "Me ha sorprendido que diga que perdió sus manos en Jerez en la canción, pero tiene que ser por las veces que ha estado aquí y cómo ha vivido el flamenco. Todavía no he escuchado el disco entero, pero estoy en ello".La percusión de Ané CarrascoYa en la fase del gran salto profesional aparece el artista jerezano Ané Carrasco, hijo de Diego, que comenzó a trabajar con ella en plena gestación de El Mal Querer. "Empecé a trabajar con ella en 2018. Tenía Malamente, pero aún no había salido el disco. Después hicimos la gira de El Mal Querer".Rosalía con Joselito Acedo y Ané Carrasco.Ané fue parte importante del sonido de aquella etapa: "Yo iba con las palmas, la percusión… incluso haciendo coros". Lo que más le llamó la atención fue el respeto profundo que Rosalía mostraba hacia la cultura flamenca: "Ella respeta todas las culturas, y entre ellas el flamenco y la nuestra andaluza. Aunque sea catalana, le encanta el flamenco. Yo lo he visto tropecientas veces".En los Grammy Latino con acento jerezanoDesde dentro vivió el momento en el que El Mal Querer lo cambió todo. "Ganó dos Grammy Latinos y estuvimos con ella en Las Vegas. Escucharla allí, en otro continente, después de haberla escuchado primero en España… fue increíble".También confirma que Rosalía conocía Jerez desde mucho antes de la fama: "Claro que ha venido. Me decía que vino con su hermana cuando todavía no era conocida, antes de grabar nada. Y que tenía muchas ganas de volver". No era un viaje turístico, sino una búsqueda: el deseo de escuchar en directo aquello que llevaba años estudiando y admirando.En esas conversaciones, Rosalía hablaba con pasión de los artistas que más le tocaban: "Admiraba mucho a mi padre. Siempre me lo decía", cuenta Ané. "Y le encantaba La Paquera, Los Zambo, Fernando de la Morena… todos los buenos de Jerez".La memoria de una ciudadCon los relatos de Lagos, Diego Carrasco y Ané, aparece una Rosalía que aún no era "Rosalía", sino una artista joven, humilde y entregada a un compás que la deslumbraba. Una aprendiz enamorada de Jerez, empapándose de su forma de vivir el flamenco antes de que el mundo la descubriera.Quizá por eso, tantos años después, vuelve a nombrar la ciudad. O por eso invita a Jimmy Fallon a visitarla: porque en Jerez, dice, "las palmas se hacen de forma natural y bellísima". No era una frase lanzada al aire: era memoria.Y quizá también por eso escribe que "perdió sus manos" aquí. Porque en Jerez -como aseguran quienes la vieron antes de todo- encontró una parte decisiva de lo que más tarde la convertiría en la artista global que es hoy.