Kiosko Universal, la manera más fácil de disfrutar gastronómicamente de la Boquería sin cocinar

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A la tendencia del tardeo se une la recuperación de una tradición culinaria típicamente catalana: los «esmorzars de forquilla» (desayunos de tenedor). Para disfrutar en Barcelona de esta auténtica expresión de la cultura gastronómica local , lo mejor es adentrarse en el mercado de la Boquería, en plena Ramblas, y recalar en cualquiera de las barras del cuadrilátero de Kiosko Universal. Con su cocina literalmente abierta a los cuatro vientos y presidida por una bola acristalada convertida en terráquea por los cubiertos que perfilan los continentes, los comensales contemplan el bullicio del interior del ring gastronómico de Kiosko Universal, similar al del mercado que acoge el establecimiento . Pero lo primero que el comensal avista antes de acomodarse en un cómodo taburete con respaldo o en una de sus mesas altas, son sus expositores acristalados donde se exhibe como tesoros los productos del mar y de la tierra: ostras, gambas, langostinos, navajas, lubinas, níscalos, zamburiñas, pimientos del Padrón, alcachofas y un variado género para disfrutar de parrilladas de marisco, pescado o verdura. Para disfrutar verdaderamente de una visita a la Boquería, tanto si se compran alimentos como si se hace turismo, lo mejor es acudir a Kiosko Universal a cualquier hora de la mañana para dar cuenta de un «esmorzar de forquilla», porque es más que una comida: se trata de toda una tradición catalana matutina que celebra la gastronomía en su forma más auténtica. Uno sólo tiene que decidir si el almuerzo será robusto o liviano, porque en este restaurante abierto al mercado le servirán platillos regionales como el «cap i pota», un salteado de setas de temporada , unos calamares a la plancha, parrillada de marisco, unos excelentes huevos fritos con gambas al ajillo o jamón para mojar pan, o el pulpo a la gallega cocido por ellos mismos. Tercera generación Ahora que arranca la temporada de alcachofas, las fritas que prepara Borja Domínguez, tercer miembro de la familia que regenta el establecimiento que inauguró su abuelo en 1973, son exquisitas, como cualquiera de los pescados que elabora a la plancha. Porque su cocina es directa y honesta, sin artificios ni disfraces que enmascaren el buen producto que recorre exactamente unos metros desde las paradas de la Boquería hasta Kiosko Universal. Y es que Borja, que estudió Turismo y Hostelería y que ayudó desde niño a su abuelo y su padre, mantiene vivo el legado de esfuerzo, cercanía y autenticidad que hizo de este puesto uno de los más queridos del icónico mercado barcelonés. Fundado en 1973 por el abuelo Domínguez , el pequeño establecimiento se convirtió, con el paso de los años, en un símbolo de esfuerzo, autenticidad y cocina sencilla elaborada con producto fresco y de proximidad. La historia comienza cuando el abuelo decidió arriesgarse y abrir un pequeño kiosko —entonces con apenas una tercera parte del espacio actual—. Cada día calculaba cuántas pesetas debía facturar para poder abrir al día siguiente, una lección de trabajo duro que marcaría a toda la familia. En sus primeros años, Kiosko Universal abría a las 4 de la mañana y su clientela estaba formada por trabajadores del propio mercado, noctámbulos de la Rambla y personajes del mundo artístico y flamenco barcelonés. Entre sus clientes habituales figuraban rostros icónicos de la época como el cantante Bambino, artistas de La Cubana, La Fura dels Baus, Nazario o el músico Jaume Sisa. Con la llegada de los Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona cambió y con ella también lo hizo Kiosko Universal. El flujo de visitantes internacionales trajo una nueva clientela con un cierto alto nivel adquisitivo que encontró en Barcelona un nicho tanto gastronómico como cultural. Todo ello ayudó al restaurante a realizar una transición de la oferta, que hasta entonces se basaba en desayunos y evolucionar a platos con marisco y pescado fresco que se convirtieron en la seña de identidad de la casa . En 1998, el abuelo Domínguez legó el restaurante a su hijo Alfonso y sus dos hermanos, Aquellos años, el mercado ya se había convertido en un lugar donde locales y extranjeros conviven y donde el sacrificio y el trabajo duro de Alfonso y sus hijos hacían que cada año crecieran más y más hasta poder aumentar las dimensiones del pequeño kiosko en la isla completa que es ahora. En 2012, el reconocido artista Antoni Miralda, amigo y cliente habitual de Kiosko Universal, transformó la imagen del local dotándolo de un carácter original. Inspirado en su universo creativo, introdujo elementos simbólicos como una bola de discoteca, reinterpretada como un globo terráqueo donde metafóricamente cuchillos y tenedores estan repartidos a lo largo de todos los continentes, símbolo del nombre Universal y de su vocación global. De esta forma, Miralda convirtió el Kiosko en una obra viva dentro del mercado . Es en 2015 cuando el hijo de Alfonso, Borja Domínguez, entra a formar parte del equipo aprendiendo el oficio durante los siguientes 10 años al lado de su maestro, su padre. Hoy, Borja, a sus 34 años de edad, ya es quien dirige el negocio como la tercera generación de la familia Domínguez que mantiene vivo el legado de esfuerzo, cercanía y autenticidad que hizo de este puesto uno de los más queridos de La Boqueria. Con un equipo de una docena de personas que lleva más de dos décadas al pie del fogón, Kiosko Universal continúa siendo sinónimo de tradición, frescura y trabajo bien hecho.