Esta noticia es una publicación original de Cinemascomics.comEdgar Wright por fin ha soltado a Stephen King de la correa… pero que nadie espere un nuevo Hot Fuzz corriendo con zapatillas de clavos. The Running Man aterrizó ayer en los cines de España con toda la presión del mundo: adaptar una novela firmada como Richard Bachman, competir con el clásico macarra de Schwarzenegger del 87 y, encima, llegar en pleno calentón de reality shows, IA y deepfakes. Vamos, el buffet libre perfecto para Wright… sobre el papel.Y sí, la peli corre. Corre muchísimo. Otra cosa es que siempre sepa hacia dónde.The Running Man. Así arranca esta nueva cacería televisadaAquí Glen Powell es Ben Richards, un currante cabreado en una versión muy poco sutil de Estados Unidos en 2025: pisos mínimos, sueldos miserables, hija enferma sin acceso a una sanidad decente y una esposa, Sheila (Jayme Lawson), explotada en un tugurio que el guion insinúa más de lo que enseña. Él no es un criminal, pero el sistema se encarga de pintarlo como tal.El país se ha convertido en una corporación con traje caro y conciencia de oferta limitada. Si no obedeces, te quedas fuera. Y Ben es de los que abren la boca. De los que pierden trabajos por decir lo que piensan. De los que se indignan cuando se abusa de alguien. Básicamente, un problema andando para cualquier dictadura con logo brillante.Desesperado por conseguir dinero para salvar a su hija, acaba cayendo en la trampa del gran show de moda: The Running Man. Un juego televisado donde tríos de “Runners” tienen que sobrevivir 30 días escondidos entre la población mientras unos asesinos profesionales, los “Hunters”, les dan caza. Todo retransmitido con drones, apps de chivatos y apuestas… como si Gran Hermano y Fortnite hubieran tenido un hijo muy, muy cabrón.Al mando del circo está Bobby T (Colman Domingo), presentador estrella con chaquetas imposibles y moral de saldo, y por encima de él el verdadero cerebro, Dan Killian (Josh Brolin), el productor ejecutivo que ve en Ben el juguete perfecto para subir shares: enfadado, carismático y fácil de convertir en monstruo para el público con un par de montajes manipulados.Edgar Wright vs. Stephen King vs. SchwarzeneggerSi has leído la novela de King o recuerdas la locura ochentera con Schwarzenegger, aquí vas a notar el híbrido desde el primer minuto. Wright y Michael Bacall tiran más hacia la crudeza del libro: hay más miseria cotidiana, más mala leche social, más sensación de “esto está a dos telediarios de pasar de verdad”. Menos platós horteras, más ciudad hecha polvo y barrios reventados por la desigualdad.El problema es que la The Running Man de 2025 quiere ser tres cosas a la vez: adaptación seria de ciencia ficción, sátira salvaje de la tele-basura y blockbuster de acción “cool” marca Edgar Wright. Y en lugar de fusionarlas en algo demencial, se queda un poco en medio de todas. No es tan cafre y delirante como el film del 87, pero tampoco tan incómoda y oscura como la novela.Eso sí, cuando Wright se pone en modo Edgar Wright puro, se nota. Los montajes de información recuerdan a Hot Fuzz, los movimientos de cámara en persecuciones tienen ese ritmo milimétrico, y el uso de la música vuelve a ser puro chute de azúcar con temazos que te dan ganas de comprarte la BSO nada más salir del cine. Hay planos, como el seguimiento con dron en un edificio mientras los Hunters acorralan a Ben, que son puro Wright en vena.Lo malo es que ese Wright aparece a ráfagas, no durante todo el metraje. A ratos da la sensación de que está conteniendo su propio estilo para encajar en un blockbuster más estándar.Glen Powell, héroe cabreado; Colman Domingo, ladrón de escenasGlen Powell confirma aquí que Hollywood ha decidido que sea “el tío” de moda. Como Ben Richards funciona bastante bien: es chulo, suelta pullas, se cabrea como si llevara diez cafés encima y, aun así, deja ver cierta fragilidad cuando la cosa va de su familia. Wright le construye un protagonista muy de escuela Bruce Willis: el tipo duro que no deja de recordar que está agotado, harto y cagado de miedo a la vez.El problema es que el guion le da solo dos o tres estados de ánimo y los exprime hasta la última gota: cabreo, sarcasmo y sufrimiento familiar. Falta algún matiz más para que el viaje de Ben cale como debería. Con un carisma tan icónico como el de Schwarzenegger, esto importaría menos; con Powell, que todavía está construyendo ese aura, se nota más.En cambio, Colman Domingo entra en escena y se come la pantalla sin pedir permiso. Su Bobby T es justo lo que esta peli necesitaba en cada segundo: brillante, repelente, encantador y peligrosísimo. Cada vez que aparece, la película sube de nivel. Se nota que se lo está pasando pipa y que Wright le deja jugar con el personaje hasta el límite de la caricatura sin cruzarlo del todo.Josh Brolin, como Killian, tiene todo para ser un gran villano de despacho: sonrisa de anuncio, mirada de tiburón, cinismo absoluto. Pero su arco se queda corto; cuando llega su “momento final”, no impacta tanto como podría porque la película no se ha tomado el tiempo de cocinarlo bien. Y eso pasa también con los secundarios de la resistencia: William H. Macy, Michael Cera o Daniel Ezra entran fuerte, con ideas potentes detrás, y luego su desarrollo va a toda pastilla, sin dejar que sus decisiones se claven de verdad.Mucha carrera, poca mala lecheTemáticamente, The Running Man lo tiene todo para ser EL puñetazo del año: realitys sádicos, ciudadanos convertidos en delatores vía app, miseria económica, sanidad inaccesible, IA generando vídeos falsos para manipular a la masa… Es como si alguien hubiera hecho una lista de “cosas turbias de 2025” y hubiera marcado todas las casillas.Wright y Bacall sí lanzan dardos: la idea del show como distracción nacional, la economía diseñada para mantener a todos al borde del abismo, los informativos convertidos en propaganda con sonrisas de neón… Hay momentos que parecen sacados de la escuela Verhoeven (Robocop, Starship Troopers), con anuncios y clips que podrían estar en un hilo de memes pero aquí son parte del mundo real de la peli.El problema es que, cuando toca apretar de verdad, la película se frena. Quiere que salgas del cine con el subidón de la persecución, no con ganas de quemar tus redes sociales. Su visión de “la gente” es bastante cínica, casi de turba idiota, pero luego el mensaje sobre cambiar las cosas se queda a medio cocinar. Falta ver de forma clara que la rebelión de Ben contagia algo más que trending topics.Y en la parte de acción pura y dura, pasa algo parecido: los set pieces son sólidos, muy bien rodados, pero les falta ese punto de locura que convierta la experiencia en algo inolvidable. No hay aquí un equivalente a las persecuciones de Baby Driver que se te queden tatuadas en la retina.Entonces… ¿merece la pena apuntarse a este juego?Depende de lo que esperes. Si vas al cine a ver a Edgar Wright adaptando a Stephen King pensando que vas a salir con la cabeza volada como con Shaun of the Dead o Scott Pilgrim, igual te quedas con la sensación de que se ha quedado a medio sprint. Es un Wright contenido, más funcional, que cumple de sobra como espectáculo pero no siempre como autor desatado.Si, en cambio, lo que quieres es un thriller de ciencia ficción con mucha mala leche visual, Glen Powell en modo héroe de acción por primera vez a pleno foco y un Colman Domingo absolutamente imperial, The Running Man entrega. Es divertida, se pasa volando y tiene suficientes ideas potentes como para que, al día siguiente, sigas pensando en alguna que otra puñalada al sistema.Para los que amamos el cine de Wright, como nuestro querido Carlos Gallego, la sensación final es rara: estás contento de haber pasado dos horas en su parque temático, pero echas de menos que se haya subido a sus atracciones más locas. Es como ver a tu director favorito jugar en modo “normal” cuando sabes que tiene trucos mucho más salvajes en la recámara.¿Recomendación? Sí, vete al cine y corre con Ben Richards. Disfruta del viaje, del ruido, de los guiños a la era Schwarzenegger y del reflejo deformado de nuestra realitycracia. Solo ten claro que esta vez Wright no está aquí para romper las reglas del juego… sino para jugar muy bien dentro de ellas.Si la has visto, cuéntame abajo si correrías con Ben Richards o te esconderías detrás del sofá. Y, si te ha molado la crítica, síguenos en Google News para no perderte ninguna locura cinéfila.Esta noticia ha sido publicada por Cinemascomics.com