¿Han dicho ya que lo de la dana no es una canallada de Mazón, sino contra el PP?

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Es todo tan ignominioso. Es tan injusto. Es tan provocador ver al ex presidente de la Generalitat valenciana acudir al Congreso de los Diputados a negarlo otra vez todo, saltando una vez más sobre los doscientos veintinueve muertos que le han costado, muy a su pesar, el cargo que le queda tan grande pero que a él le gustaba tanto. Era tan agradable pisar los suelos de baldosas doradas del poder, sentir las miradas de los subordinados y llevarse los aplausos de los militantes y las palmadas en la espalda de los jefes nacionales de su partido. “Hemos perdido las elecciones por cuatro muertos de hambre”, decía el ministro de su formación Francisco Álvarez Cascos, refiriéndose a las víctimas humildes del 11M, y no me extrañaría que Mazón tuviera adentro alguna idea semejante, dictada por la rabia y el sentimiento de haber sido despojado de lo que era suyo. Total, por unos cuantos ahogados y cuando, según afirmó en la comisión parlamentaria donde iban a pedirle explicaciones, nadie sabía nada, nadie imaginó la magnitud de la tragedia que se avecinaba. Se olvida de un pequeño matiz: de todos esos que tampoco hicieron nada, ninguno era el presidente de la Generalitat ni tenía en su mano dar las órdenes que hubieran salvado muchas vidas. Lo repetiré de nuevo: en un país de la categoría de España y en una ciudad como Valencia, una dana como aquella debería haber causado una cifra de decesos testimonial.Mazón sigue negándolo todo, justificando lo injustificable, encendiendo un ventilador que esparza la sospecha y divida las responsabilidades que él no quiere asumir. Y, por supuesto, continúa alterando su versión de dónde estaba y haciendo qué, durante el tiempo en el que desapareció del mapa. Ahora afirma que tenía el teléfono en la mochila y no oyó ninguna llamada. Hemos perdido la cuenta de sus mentiras, que van cambiando de semana en semana. Las suyas y las de su jefe, al que se le escapó en el Parlamento que si, tal y como afirma, estuvo al minuto en comunicación con el entonces y ahora máximo responsable del Consell, entonces es igual de responsable de la inacción dramática de los suyos, que gobiernan en la comunidad, igual que en casi todas partes, con la ultraderecha que, por cierto, defendió a capa y espada a Mazón. Otra pregunta especulativa: ¿no será que alguien se puso a calcular el daño que la incompetencia que acabó en tragedia podía causarle al Gobierno central? Digo, es un decir, como escribe el poeta César Vallejo.La estrategia política es más fuerte que el respeto a la verdad, a los damnificados y a sus familias. Todos los caminos son buenos si van a dar a La Moncloa. Y ese es el problema en el que estamos atrapados, porque nos obliga a descartar la posibilidad de que, en lo que se refiere a este caso concreto, el Partido Popular en su conjunto o el propio Mazón acepten sus errores y las consecuencias que estos puedan acarrear. Muy al contrario, su plan es mantenerse a flote –él no ha abandonado sus otros cargos, sigue de diputado en Les Corts y de número uno regional de su formación–, culpar al adversario de lo ocurrido y hacerse pasar por inocentes, poco menos que por chivos expiatorios. Cualquier día, reúnen a los medios de comunicación, se suben solemnemente al estrado y Núñez Feijóo proclama con gesto de suma gravedad que lo ocurrido el 29 de octubre de 2024 no es una canallada de Mazón, sino contra el PP. Estamos a diez minutos de eso.