No quedan tan lejanos los días en los que –este corresponsal lo ha presenciado– los DJs animaban las discotecas chinas al grito de «¡Puta Japón!». Un odio larvado que ha vuelto a implosionar estos días con toda virulencia ante la última crisis diplomática entre ambos países. Su práctica, no obstante, está repleta de extrañas instrumentalizaciones: en un conflicto donde el rencor puede ser fiesta, todo puede ser arma. Quizá ninguna tan peculiar como el turismo saliente. Al fin y al cabo, el hasta ayer país más poblado del mundo cuenta con la fuerza tosca e incontestable de la aritmética. El pasado viernes, el ministerio de Exteriores chino emitió un comunicado recomendando a sus viajeros evitar Japón «a corto plazo por... Ver Más