En un contexto donde las instituciones educativas buscan reforzar su impacto en la sociedad, la Universidad CEU San Pablo ha conseguido convertir el compromiso en acción. A través de CEU Social, su programa de colaboración con el tercer sector, los estudiantes salen del aula para aplicar lo aprendido en proyectos que generan un beneficio tangible para la sociedad. Cada iniciativa es una lección de empatía, innovación y servicio. Los alumnos no solo aportan tiempo: aportan conocimiento. Un estudiante de Derecho asesora a mayores sobre trámites legales; otro de Medicina presta apoyo sanitario en clubes inclusivos; y un grupo de Arquitectura diseña espacios más accesibles para personas con discapacidad. Todos aprenden, pero también enseñan. «CEU Social no es un voluntariado al uso», explica Ángel Bartolomé, vicerrector de Estudiantes y Vida Universitaria e impulsor del proyecto. «Los alumnos trabajan desde sus competencias profesionales, tutorizados por sus profesores y, en muchos casos, colaborando con grandes empresas. Es una experiencia de adquisición de conocimiento y propósito compartido». Entre las entidades sociales colaboradoras con CEU Social destacan: la Fundación Probono España, Fundación Randstad, Dale una vuelta, Fundación Oxiria, Fundación Carlos Amberes, Fundación Cooperación y Misión, Asociación Víctimas del Terrorismo, Fundación AVA, Confederación Autismo España, Emancipatic, Fundación Amás, Fundación Abracadabra, Asociación Antares, Fundación Aldaba, Fundación Prodis, Ilunion, Fundación Social Montemayor, Parroquia San Cristóbal, Equipo Médula, María Ayuda y Fundación Golfin. El objetivo de CEU Social es claro: formar profesionales competentes y conscientes, capaces de mejorar la sociedad desde su ámbito académico. Cada facultad de la universidad participa con proyectos que nacen del contacto directo con las entidades sociales. El proceso comienza escuchando las necesidades de cada organización. A partir de ahí, se diseñan soluciones personalizadas y se conectan con los alumnos y profesores más adecuados. El aprendizaje se vuelve entonces experiencia y la solidaridad, conocimiento aplicado. Durante el curso 2024-2025, el proyecto ha generado un efecto multiplicador tanto entre las compañías como en el propio campus. «La satisfacción de los participantes ha sido tan alta que muchas entidades han querido repetir, y los alumnos se recomiendan la experiencia entre ellos», destaca Bartolomé. Entre las iniciativas más recientes figura la colaboración de la Escuela Politécnica Superior con la asociación Afanías para adaptar espacios arquitectónicos a personas con discapacidad, o el proyecto conjunto entre la Facultad de Medicina y Bálamo Inclusión para impulsar un club de fútbol inclusivo en Galapagar. En este último, los estudiantes de Fisioterapia, Psicología y Medicina ofrecen apoyo sanitario, talleres de vida saludable y acompañamiento emocional a jugadores y familias. Cada historia dentro de CEU Social es distinta, pero todas comparten un mismo hilo conductor: la conexión entre lo que se aprende y lo que se transforma. María Fernández, estudiante de ADE y Marketing en inglés, participó en el diseño de un plan estratégico para la Fundación Antares, dedicada al acompañamiento de personas con discapacidad en su tiempo de ocio. «Hicimos un diagnóstico de la situación mediante encuestas a usuarios, familiares y voluntarios», explica. «Fue muy enriquecedor ver cómo nuestras ideas podían mejorar su organización y generar un impacto directo». Darío Nogueroles, graduado en Periodismo, se unió al proyecto 'Las noticias de San Cristóbal', impulsado por la consultora EY para ofrecer una mirada positiva del barrio madrileño de San Cristóbal. «Pensé que escribir para este proyecto era la mejor manera de aportar mi grano de arena. Queríamos mostrar las historias que no se cuentan: las de la superación y la esperanza», recuerda. Desde la Facultad de Derecho, Lucía Barquero colaboró con la empresa DomusVi en un proyecto destinado a facilitar el acceso a la información jurídica de las personas mayores en sus residencias. «Creamos pequeñas píldoras audiovisuales sobre testamentos y otros procesos legales», cuenta. «Fue una doble ganancia: aprendí en profundidad sobre Derecho sucesorio y, al mismo tiempo, pude ofrecer una ayuda concreta y útil». Lucía continúa hoy vinculada al proyecto como becaria en el equipo CEU Social de la Facultad de Derecho. «La colaboración con abogados de renombre fue un privilegio. Ellos también valoraron mucho poder acompañar a juristas en formación», añade. El crecimiento de CEU Social es constante. Solo en el último curso se desarrollaron 35 proyectos para 22 entidades, con la participación de 320 estudiantes y 65 profesores de todas las facultades -Economía y Empresa, Derecho, Humanidades y Comunicación, Escuela Politécnica Superior y Farmacia-. Además, se firmaron 15 nuevos convenios de colaboración. Esta implicación refuerza un modelo educativo que combina formación técnica y compromiso social. Los alumnos no solo aplican lo aprendido, sino que adquieren competencias transversales -trabajo en equipo, liderazgo, empatía o comunicación- directamente relacionadas con su futuro profesional. La iniciativa también tiene reconocimiento académico: los participantes reciben créditos y acreditaciones digitales por su trabajo, que queda reflejado en su currículum. «Más allá de los resultados, lo más valioso es el cambio personal que viven los estudiantes», subraya Bartolomé. «Ven el mundo desde otra perspectiva. Les cambia la forma de pensar y de sentir. Ellos son los verdaderos beneficiarios del proyecto». El CEU quiere que esta experiencia siga creciendo y se consolide como un referente nacional en metodología de Aprendizaje-Servicio (ApS). Para el curso 2025-2026 se prevé ampliar el número de proyectos, incorporar iniciativas internacionales y reforzar la colaboración con otras universidades y con el Ayuntamiento de Madrid. La coordinación de CEU Social depende del Vicerrectorado de Estudiantes y Vida Universitaria, con un responsable en cada facultad que impulsa los proyectos con compromiso y seguimiento continuo. «Queremos que cada alumno experimente la fuerza del propósito en su día a día universitario», resume Bartolomé. «El conocimiento tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás. Eso es lo que verdaderamente forma a los líderes del futuro».