El presidente de la CEE y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, advirtió de una «sorprendente y muy preocupante desigualdad» en el seno de la sociedad española, un modelo de desarrollo social, de convivencia social, en la que las clases medias «disminuyen» y en la que especialmente los niños y jóvenes se ven «amenazados, desplazados y, quizás, debilitados en su esperanza ». Así lo expresó el prelado vallisoletano en una carta pastoral en la que ha hecho referencia al reciente Informe FOESSA de Cáritas sobre la situación de la vida económica y social en el país. En la carta, Argüello también se refirió a la situación de los que «sufren aquí o allá, por guerras y conflictos, por persecuciones o por las consecuencias de los sistemas económicos o de las políticas de los gobiernos». Todas estas cuestiones, señaló, constituyen una «fuerte llamada» para comprometerse en la edificación del Reino de Dios, pero «poco se podría hacer desde las solas fuerzas si no se cree en lo que se dice cada día al rezar el Padre Nuestro», informa Ep. La carta se centró en la conmemoración de la fiesta de Cristo Rey, culminación del año litúrgico, que es también un recordatorio anual, una parábola, de la «plenitud del tiempo cuando éste se abre plenamente a la eternidad que Jesucristo ofrece al permitir que entre en la historia y germine en los corazones y en la vida social». Hace 100 años el Papa Pío XI, a través de la encíclica 'Quas primas', instituyó la celebración de esta fiesta de Cristo Rey. Las circunstancias eran las de un mundo que acababa de vivir una guerra mundial, una situación en la que la industrialización, por una parte, la llamada crisis modernista, por otra, suponían un grave reto para los católicos de aquel tiempo, sobre su presencia en la vida social y pública, explicó el prelado vallisoletano. Hace 100 años también se celebraba un año santo, un jubileo, recordando, celebrando la encarnación del Hijo de Dios, recordó, un punto en el que detalló que también el propio Papa, en su encíclica, hace referencia al aniversario del Concilio de Nicea -entonces serán 1600 años-. El Papa instaura esta fiesta y propone que se celebre en el último domingo de octubre, en el previo a la fiesta de Todos los Santos.