Matías Almeyda se ha convertido en la voz del Sevilla. Su mensaje no sólo ha calado en el vestuario, donde los futbolistas lo siguen a pie juntillas, sino también en el aficionado. La personalidad del argentino siempre fue distinta en el mundo del fútbol. Un rara avis que renunció al balón, pero que se dio cuenta de que no podía vivir sin él. Un futbolista que siempre llevó dentro madera de entrenador y que regresó a Nervión a reparar los daños de aquella nefasta 96-97, su primera experiencia en el fútbol europeo. «Él tenía ese recuerdo de Sevilla, los lugares por los que pasaste te marcan», dice Diego Borinsky , periodista argentino de larga trayectoria en la revista El Gráfico,... Ver Más