El perro cojo

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La estatua de un perro cojo reposa sobre una caja de cartón muy alta en cuyos laterales todavía se pueden ver las grapas arrancadas con las que en su día se grapó la dirección del destinatario. Es una peana orgullosa, tan pobre como exclusiva y que algún día puede convertirse en tendencia para los más afamados centros de arte contemporáneo. Tiempo al tiempo. El autor deambula a su alrededor con la cabeza gacha, mezclando la satisfacción por las miradas que se clavan en su perro con la inseguridad por encontrarse en medio de un grupo demasiado grande para sus hábitos cotidianos en un piso tutelado y en el taller ocupacional al que acude cada día. La escena tiene lugar en... Ver Más