Revolución es una palabra con múltiples significados. Según el diccionario de la Real Academia el término puede entenderse como “giro o vuelta que da una pieza sobre su eje”, al igual que como “levantamiento o sublevación popular”. Pero quizás la acepción más general es la de “cambio rápido y profundo”, algo que por estos días se aplica a lo que está sucediendo en el campo de las finanzas.(Vea: ¿Los NTF están 'muriendo'? Así están en la actualidad estos activos digitales).El motivo es la rápida expansión que apuntan a tener las llamadas “monedas estables”, traducción del inglés de 'stablecoins', las cuales vienen de recibir un espaldarazo definitivo gracias al Tío Sam. La expresión describe un tipo de activo digital surgido hace una decena de años que, en lugar de experimentar grandes altibajos en su cotización, está atado en general a una divisa en relación de uno a uno.Eso lo hace muy diferente de opciones como el bitcoin, que ha hecho millonarios a algunos y quebrado a otros, por cuenta de oscilaciones extremas. Lo que explica el contraste es que los recursos que respaldan a las monedas estables se invierten en títulos de muy bajo riesgo, de manera que su atractivo no consiste en un potencial de valorización, sino en la certeza de que la plata está ahí y puede ser transferida a cualquier lugar con un clic y a un mínimo costo.Aún así, dicha alternativa era mirada con resquemor ante una relativa falta de transparencia y la ausencia de reglas claras. Eso es lo que acaba de cambiar en Estados Unidos, por cuenta de una ley expedida en Estados Unidos el pasado 18 de julio, impulsada de manera entusiasta por Donald Trump y respaldada ampliamente en el Congreso, tanto por el partido de gobierno como por la oposición.(Vea: Del metal a lo digital: el auge de los ETF de bitcóin debilita la demanda por oro).Si bien todavía las normas precisas no han sido emitidas por las autoridades del caso, lo que se asoma es enorme. Aparte de incorporar a las 'stablecoins' a la categoría de lo respetable, la puerta que se abre es la de una multitud de vehículos digitales que representarán una gran cantidad de activos de mayor o menor riesgo y que le permitirán a cualquier persona escoger dónde coloca sus ahorros mediante 'fichas' o tokens.Semejante transformación tiene múltiples ramificaciones que van desde la supervisión financiera hasta la soberanía monetaria, pasando por el rol de los bancos comerciales y la política económica. También aparecen los asuntos tributarios y la presencia de criminales y corruptos que usan la tecnología para mover enormes sumas sin ser detectados.Nada de eso es nuevo porque las alertas frente a los riesgos derivados de la “cadena de bloques” o blockchain –que se refiere a una base de datos distribuida en varios eslabones que almacenan información encriptada– se conocen desde hace 15 años. Lo que varía es la dimensión, pues si actualmente hay 263.000 millones de dólares de monedas estables en circulación, esa cifra se multiplicaría hasta por diez en 2028, según los estimativos más audaces. Y si a eso se le agrega la ‘tokenización’ que se asoma en incontables categorías, el potencial es todavía más grande.Criptomonedas.iStockYa en marchaMás allá de las especulaciones sobre los volúmenes que se negocien en el futuro, vale la pena mirar lo que ocurre hoy. Un ejemplo de cómo las monedas estables ocupan un lugar creciente en la vida diaria es Venezuela, en donde personas y negocios tratan de preservar el poder adquisitivo de sus recursos mediante la adquisición de activos digitales, en medio de una inflación desbordada.A finales del mes, pasado un artículo publicado en el diario Financial Times describió como los excesos de liquidez se transforman en 'stablecoins' representativos de dólares, que a su vez sirven para pagarles a los proveedores y a los propios empleados. La práctica les permite operar a múltiples firmas, dando lugar a una economía paralela en la cual no existe el temor de una intervención gubernamental o una expropiación porque los fondos se encuentran en algún lugar de la nube.(Vea: Memecoins: qué son, cómo funcionan y cuáles son sus ventajas y riesgos).Argentina es otro caso emblemático de uso del mecanismo, el cual se ha vuelto a disparar después de que el reciente descalabro político sufrido por Javier Milei haya alentado la turbulencia en esa nación. De acuerdo con Chainalysis, el valor de las criptomonedas transadas en el país austral es el más alto de América Latina, por encima de Brasil o México.Aunque para alguien ajeno a ese mundo el proceso pueda sonar complicado, en realidad formar parte de la comunidad cripto es algo muy sencillo. Basta con bajar una aplicación de billetera digital –existen decenas de alternativas–, transferir fondos desde una cuenta de banco o una tarjeta de crédito y escoger qué activo se adquiere.También se puede recibir dinero, por lo cual un grupo importante de usuarios es el que manda plata a sus familiares en otras latitudes. Según estimaciones del Banco Mundial, en 2024 las remesas que llegaron a los países de ingreso medio y bajo ascendieron a 685.000 millones de dólares en el planeta y a 163.000 millones en Latinoamérica.Hay giros en los cuales la comisión del intermediario es hasta del 15 por ciento, además de la demora en la acreditación en la cuenta del beneficiario. En cambio, aparte de costos de transacción mucho más bajos, en el ciberespacio todo ocurre de manera inmediata.No hay duda de que esas características explican éxitos como el de tether, la compañía más grande del mundo en lo que atañe a las monedas estables. Su éxito radica en el USDT, un activo que representa un dólar y cuyos tokens están respaldados en títulos emitidos por el gobierno estadounidense. El cálculo es que posee unos 127.000 millones de dólares en bonos del tesoro norteamericano, lo cual lo hace uno de los veinte tenedores más grandes de esos papeles en el ámbito global, más de lo que poseen Arabia Saudita o Alemania.(Vea: ¿Es recomendable invertir en criptomonedas? Esto dice la inteligencia artificial).Dado que los dueños individuales de la criptomoneda no reciben ningún rendimiento por lo que poseen en su billetera digital, los rendimientos de las inversiones van directamente a las arcas del conglomerado. En 2024 las utilidades fueron de 13.000 millones de dólares, mientras que en el segundo trimestre de este año se ubicaron en unos 4.900 millones. Nada mal para una corporación cuya sede legal está en El Salvador desde enero, gracias a las facilidades otorgadas por la administración de Nayib Bukele, y que cuenta con unos 250 empleados en total.Ahora, esas cifras deberían multiplicarse después del anuncio de que tether va a lanzar el USAT, un criptodólar para Estados Unidos, en donde hoy no opera. Múltiples cuestionamientos del pasado la pusieron en su momento en la mira de la administración Biden, pero ahora, con Trump, las cosas son muy distintas. No hay que olvidar que el actual inquilino de la Casa Blanca lanzó su propia moneda digital y varios de sus hijos están también en el negocio.Aún así, el asunto de la reputación no está resuelto. A comienzos de julio, The Economist publicó en su revista digital 1843 un largo reportaje que documenta cómo la mafia inglesa usó a una firma en Moscú para lavar dinero, con lo cual el efectivo se convirtió en USDT. “Las pandillas habrían usado las criptomonedas para comprarle cocaína a los exportadores de un tercer país, como Colombia”, señala el texto.Criptomonedas.iStockRespuestas pendientesLa del crimen es una de las tantas preocupaciones que aparecen en la medida en que se masifica una opción que ya mueve sumas considerables en múltiples lugares. De vuelta a Chainalysis, esta sostiene que dos terceras partes de las transacciones en activos digitales hechas por los colombianos corresponden a 'stablecoins', la proporción más alta de la región.Saber si esos montos corresponden solo a dinero bien habido, como el de las transferencias que hacen los que trabajan en el exterior, o si una parte se puede asociar con la ilegalidad, resulta imposible por ahora. Cuando ha sido interrogada, tether responde que no solo ha cooperado con las autoridades de diversos países para incautar plata de origen criminal, sino que el sistema permite la trazabilidad de los fondos hasta su último beneficiario.(Vea: Las cuatro tendencias que definirán el cierre del año para la criptoeconomía).Aparte de la polémica, es evidente que Colombia está en mora de contar con reglas de juego en esta materia, a pesar de que cientos de miles de individuos usan los criptoactivos en mayor o menor grado. Al respecto, la Superfinanciera recuerda que estos “no son una moneda o dinero reconocido legalmente” y añade que su negociación no está “supervisada por alguna autoridad estatal”.Es verdad que en el Congreso cursa un proyecto de ley impulsado por algunos interesados en el negocio, pero los especialistas tienen reservas sobre su contenido. Desde hace meses, un grupo de trabajo en el que participan varias entidades públicas ha trabajado en un texto, pero las condiciones políticas actuales no son las más propicias para dar el debate.En el entretanto, las innovaciones siguen su curso. A finales de mayo fue presentada en sociedad Wenia, la compañía del Grupo Cibest asociado a Bancolombia, que lanzó COPW, un criptoactivo denominado en pesos, el cual sirve para mover recursos desde y hacia Estados Unidos. Por su parte, Nubank dijo esta semana que probará los pagos con tarjetas de crédito a partir de 'stablecoins' vinculadas al dólar.Frente a lo que puede venir, las especulaciones abundan en todos los ámbitos. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional le dedicó la más reciente portada de su revista Finanzas y Desarrollo al tema de las monedas estables.Dentro de las inquietudes que surgen, está la de consolidar al dólar como el activo de reserva por excelencia en el planeta, dada la preponderancia que tiene en el mundo digital. La necesidad de cubrirse –como hace tether– con papeles denominados en esa moneda crea una demanda adicional que abarata el financiamiento de la deuda norteamericana y encarece, en términos relativos, la de otros países.No menos importante es la posibilidad de que en muchos sitios acabe dándose una dolarización por la puerta de atrás, como la que ya está presente en Argentina, Venezuela o Turquía. Eso limita la efectividad de las medidas que toma el Banco Central o el Ministerio de Hacienda respectivo, aparte de que aumenta la factibilidad de episodios extremos como una salida de capitales súbita por canales que no se encuentran debidamente vigilados.(Vea: Avanza la regulación de las criptomonedas en Estados Unidos).Tampoco son menores las incertidumbres en torno al papel de los bancos comerciales, cuyo espacio para la intermediación se ve reducido en la medida en que el costo de las transacciones se aproxime a cero. Eventualmente, de la mano del desarrollo de las tecnologías de la información y de la inteligencia artificial, labores como la evaluación del riesgo de crédito pueden ser solventadas por un algoritmo, permitiendo que quienes tengan excesos de liquidez los presten directamente a aquellos que los necesitan.Como si lo anterior no fuera suficiente, aparece la inquietud de quién responde en caso de problemas. Suficientes estafas se han dado ya en el ciberespacio sin que se pueda hacer nada, pero, aparte de los peligros del crimen, aparecen los asociados al mercado. Una duda válida es qué pasaría si los bonos del tesoro estadounidense que respaldan a los criptodólares llegan a caer de valor, a un nivel tal que resulte imposible garantizar la paridad con el billete verde.Tales alertas y unas cuantas más plantean una disyuntiva que no es fácil. Una es la de proscribir lo que no esté regulado, pero la verdad es que en un mundo interconectado eso es poco menos que imposible, a menos que se le niegue el acceso a internet a una población entera. La otra opción es recuperar el terreno perdido en lo que atañe a pintar la cancha y llenar los vacíos normativos de manera constante, algo que demanda el esfuerzo de las autoridades locales, la profesionalización de los funcionarios y mucha cooperación y coordinación internacional.Si la tarea se hace con juicio, los cambios vendrán de forma relativamente ordenada y la reducción en el valor de las transacciones será positiva en todas las latitudes. Pero si se impone el desorden, la volatilidad y los descalabros subirán en número, pues el peligro es que las monedas estables traigan, por contradictorio que parezca, más y no menos inestabilidad al mundo. La incógnita que acompaña a cada revolución vuelve y se hace presente ahora.RICARDO ÁVILA PINTOEspecial para EL TIEMPOEn X: @ravilapinto