Los jóvenes alzan la voz sobre la nueva ayuda del Gobierno para la vivienda: "No creo que sea útil"

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El anuncio del Gobierno central de conceder hasta 30.000 euros para facilitar la compra de viviendas de protección oficial (VPO) a menores de 35 años ha despertado tanto expectativas como recelos. La medida, que pretende abrir una puerta de acceso a la vivienda a los más jóvenes, llega con una letra pequeña que no ha pasado desapercibida: el dinero no irá directamente a los compradores, sino a los vendedores o promotores de los inmuebles.Esto significa que el comprador no verá nunca el dinero en su cuenta, sino que se aplicará sobre el precio final de la operación. Una fórmula que, según critican muchos, puede encarecer indirectamente la vivienda y dejar al futuro propietario en manos de la buena voluntad del promotor. Además, las condiciones de acceso no son menores: límites de edad, ingresos máximos en función de cada comunidad o la obligación de residir varios años en el municipio donde se compra.En España, el parque de vivienda pública muy limitado y con el alquiler disparado. Además, el precio medio de la vivienda libre ha subido un 10,4% en el segundo trimestre del año, hasta 2.093,5 euros por metro cuadrado, cerca de los máximos de 2008 antes de la burbuja. Con una subida trimestral del 3%, acceder a una casa se complica para muchos jóvenes. En este contexto, las ayudas del Gobierno de 30.000 euros buscan facilitar la compra de VPO, aunque no todos las ven como una solución real, como explican los jóvenes andaluces en lavozdelsur.es. [articles:341802]Entre la ilusión y el escepticismoEl contraste entre quienes sueñan con tener una casa propia y quienes ni siquiera se lo plantean es evidente. Carmen, funcionaria de 24 años, se siente relativamente afortunada: "Mi objetivo principal es ahorrar para una vivienda. No es necesariamente la de mi vida, pero quiero algo propio. Nunca me va a faltar dinero para afrontar la hipoteca al ser funcionaria". Para ella, como relata a este medio, el alquiler no es una opción: "Lo veo como una pérdida de dinero".Los jóvenes observan casas frente a una inmobiliaria. JUAN CARLOS TORO En el lado contrario está Alejandro, acaba de terminar sus estudios y está en busca activa de empleo. Tiene 23 años, y observa la medida con desconfianza: "En absoluto me sirve, ni la aceptaría si me la ofrecieran. Una ayuda de este tipo siempre tiene letra pequeña y consecuencias insostenibles. Cuando compre o alquile será con mis ingresos. Seguro que habrá muchas solicitudes y pocos beneficiados".Y entre medias, jóvenes como Pablo, estudiante de 25 años, que ni siquiera piensa en independizarse por ahora: "Con un contrato en prácticas o eventual no puedes hacer una proyección de futuro ni plantearte comprar una vivienda. Mientras estudio es cero viable". Además, el joven explica que en España los VPO no son lo normal: "Es de los países con menos VPO, y menos aún con derecho a compra, así que tampoco creo que la ayuda sea especialmente útil".La trampa del dinero al promotorSi hay un punto en el que varios coinciden, es en la crítica al mecanismo elegido por el Gobierno: la ayuda no llega al comprador. Roberto, de 26 años, lo resume con crudeza: "Si la ayuda va al promotor, al final te puede subir el precio y quedarse él el dinero limpio. En cambio, si fuese directamente al comprador, realmente te ayudaría. Así ni lo ves ni lo manejas, y puede encarecer la vivienda sin que te des cuenta".Carmen también comparte esas reservas: "Sé que se gestiona a través de intermediarios, pero he visto casos en los que se pierde la ayuda por culpa de una mala gestión del vendedor. Lo ideal sería que el dinero fuese al comprador. Lo que yo priorizaría sería el precio".Los jóvenes debaten sobre la accesibilidad a la vivienda. JUAN CARLOS TORO Roberto insiste en que, más allá de las ayudas, lo que marca la diferencia es la nómina: "Si tu sueldo no da, no llegas. Y si tienes un préstamo o un coche, se complica. Yo prefiero una hipoteca, porque vas pagando algo que será tuyo. El alquiler solo lo veo como algo temporal".La experiencia de quien ya lo intentóDelia, de  ya sabe lo que supone meterse en una VPO a sus 25 años. Su relato desmonta cualquier idea de facilidad: "Me lo compré porque la pareja de mi madre se enteró de la oportunidad y me apunté. Pero hay que cumplir un montón de requisitos: edad, sueldo limitado, vivir en la ciudad donde te la compras varios años, etc. Y todo ello con mucha burocracia".El proceso, asegura, está lejos de ser sencillo: "Aunque sea de VPO, había que dar mucho dinero. Al comprarla sobre plano, tuve que hacer pagos mensuales hasta que terminó la obra. No es tan fácil ni tan rápido como parece. Hice unas cuentas que luego no eran, porque siempre es más dinero. Y además, la hipoteca no te la dan al 95 o 100% como dicen. Es un lío".Una ayuda que no despeja dudasLos testimonios muestran la misma fotografía: los jóvenes no descartan la posibilidad de acogerse a la ayuda, pero tampoco la ven como una solución real a sus problemas. La estabilidad laboral marca la diferencia -una funcionaria puede planteárselo, un estudiante o un opositor lo ven inalcanzable- y el mecanismo de gestión genera desconfianza incluso entre los que sí la contemplan como opción.La letra pequeña, una vez más, condiciona la distancia entre los grandes anuncios y la vida cotidiana. En el aire queda la pregunta de si estos 30.000 euros llegarán a servir para lo que prometen o si acabarán siendo un parche más en un mercado de vivienda cada vez más inaccesible para los jóvenes.