Pensamiento crítico: el legado más importante que puedes dejar a tu hijo para que no lo manipulen

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En un mundo en el que la tecnología ocupa un lugar destacado en la vida de las personas, en el que hay sobreinformación y resulta muy complicado distinguir si los contenidos que se difunden por redes sociales o a través de la Inteligencia Artificial son reales o no, se hace cada vez más urgente desarrollar el pensamiento crítico. Se trata de una habilidad esencial para aprender a cuestionar, razonar y, de este modo, distinguir lo veraz de lo falso, lo relevante de lo superficial. Es una herramienta imprescindible para evitar ser manipulados y poder ser autónomos en los razonamientos propios y resultar inmunes a la presión del grupo para poder mantenerse y vivir en un entorno seguro. El rápido avance y volumen de contenidos difundidos a través de las pantallas requiere, fundamentalmente en niños y adolescentes, potenciar este pensamiento crítico para no caer en las redes de la desinformación, con todo el riesgo que ello supone para su correcto desarrollo. Pero, ¿se fomenta adecuadamente esta capacidad para detectar y descartar contenidos falsos? ¿Cómo y dónde se aprende? Para Enrique Escandón , experto en educación, el desarrollo del pensamiento crítico es un asunto de gran importancia dado que toda la información que manejan los jóvenes en la actualidad la consiguen en formato online. Asegura que en los colegios no hay en sí una materia denominada 'pensamiento crítico', pero sí que se desarrolla esta habilidad de manera transversal en las diferentes materias. Para ello se propone a los estudiantes retos en el aula, se potencia el trabajo cooperativo, por proyectos, se les incita a consultar diferentes fuentes de información, a que escuchen distintas opiniones, los problemas que se plantean tienen respuestas abiertas, se potencian las destrezas de pensamiento... Añade que todas estas habilidades se trabajan ya en algunos colegios españoles a través del Proyecto Zero , que se creó en los años 90 en las escuelas de ingeniería de Harvard, y que contempla trabajar diferentes líneas de investigación para fomentar en el estudiante los proyectos cognitivos con un enfoque en la comprensión y no en la memorización . «Es decir, se educa el pensamiento para hacerlo visible. En nuestro país, esta corriente lleva desde el año 2000. Promueve los debates, que los alumnos se hagan preguntas, se evalúa la evidencia, se plantean hipótesis, reflexiones, análisis, la creatividad, los argumentos, los razonamientos, la contraargumentación... No podemos obviar, que la mayoría de los estudiantes trabajan en digital y las 'fake news' están a la orden del día. Debemos enseñarles a distinguir lo que no es veraz y a identificar qué fuentes son fiables para no caer en la manipulación«. Fuera de las aulas también hay interés por el asunto y se han puesto en marcha diferentes iniciativas , como es el caso de Thinking, un programa extraescolar diseñado por Smartick para entrenar el pensamiento crítico desde la infancia. Esta propuesta innovadora aúna tecnología y filosofía e introduce a niños de entre 7 y 14 años en grandes cuestiones filosóficas como la verdad, la construcción de buenos argumentos y la detección de falacias. También incorpora referencias a pensadores como Sócrates, Ortega y Gasset o Nietzsche. El programa está diseñado por un equipo multidisciplinar de filósofos, psicólogos, matemáticos y maestros, y se imparte en sesiones online personalizadas de 15 minutos diarios que se adaptan al nivel y ritmo de cada alumno. Les acompaña en su aprendizaje un intrépido robot llamado Socra-Tick, con quien dialogan sobre asuntos como la amistad, la mentira, qué es el interés o la responsabilidad. La idea es que expliquen a este robot cómo son los humanos y, en ese proceso, reflexionen sobre cuestiones esenciales de la vida. Además, también se ponen en la piel de detectives, periodistas, caballeros medievales o magos, asumiendo roles que los llevan a identificar fuentes fiables, reconocer buenos argumentos y distinguir hechos de opiniones. Con el objetivo de acompañar a las familias en este reto, Fad Juventud y BBVA lanzaron hace pocas semanas el videotutorial '¿Hablas en casa con tu hijo o hija de cómo gestionar las diferencias de opinión?' , dentro de su proyecto Educación Conectada. Este vídeo ofrece recursos prácticos para abrir conversaciones en casa cuando surgen opiniones diferentes -especialmente cuando éstas están influidas por informaciones sin contrastar- y propone claves para fomentar un pensamiento más crítico, flexible y respetuoso. Según Teresa Madrigal , directora de Negocio Responsable de BBVA en España, «el hogar es uno de los primeros lugares donde se aprende a convivir con ideas distintas y a construir pensamiento propio. Por ello, fomentar el pensamiento crítico en casa es esencial para que los niños y adolescentes aprendan a tomar decisiones informadas, convivir con la diferencia y desenvolverse con confianza en un mundo cada vez más complejo». Beatriz Martín , directora general de Fad Juventud, insiste en que «la desinformación no solo condiciona lo que pensamos , sino también cómo nos relacionamos y, por eso, es fundamental que las familias se conviertan en espacios donde se dialogue, se contraste y se enseñe a pensar con espíritu crítico». Con el propósito de ayudar a los padres en este sentido, desde esta organización recomiendan que los progenitores hagan preguntas a sus hijos para abrir un diálogo . Es decir que en vez de cortar una conversación con un «eso no es así», prueben con «¿por qué piensas eso?», ya que escuchar con atención es el primer paso. También aconsejan que los padres expongan su visión sin imponerla, que expliquen cómo ven un tema sin invalidar la opinión de los hijos con el propósito de enseñarles que se puede pensar distinto desde el respeto. Igualmente, se les puede hacer ver que es posible cambiar de opinión y reconocer «yo antes pensaba otra cosa» porque eso no implica rendirse, sino evolucionar. Lo importante, destaca Vanesa de la Cruz, psicóloga de Fad Juventud, es que los padres enseñen a cuestionar, no a repetir, y ayudarles a identificar fuentes, contrastar información y revisar sus certezas sin temor. «Y muy importante, que los hijos piensen diferente a sus progenitores no es un problema, de hecho significa que están formando sus ideas, su criterio y la manera de ver el mundo. Lo esencial es que establezcan con ellos una comunicación, se les pregunte de dónde han sacado sus ideas y se les ayude a contrastar, para ver si son o no ciertas, que sepan que hay desinformación y que puede perjudicarles». En un intento de apoyar a las familias en esta labor, Beatriz Martínez, psiquiatra Infantil y de la Adolescencia del Hospital Universitario Niño Jesús , se muestra tajante al asegurar que el pensamiento crítico no se debe plantear sólo cuando los hijos son adolescentes, sino mucho antes, desde que son pequeños. «Hay que despertar la curiosidad en los niños y responder a sus preguntas siempre que las hagan , evitando, por ejemplo, el típico 'ya lo sabrás cuando seas mayor'. Sí, atender todas sus curiosidades puede resultar agotador para los padres -reconoce-, pero que se cuestionen las cosas a temprana edad y que con la ayuda de los adultos sean capaces de dar claridad a sus inquietudes favorecerá que en la adolescencia también se hagan planteamientos que les ayuden a progresar de forma saludable «. Para que los padres estén disponibles ante los 'desafíos' de sus hijos, la psiquiatra recomienda tener siempre espacios compartidos. «Aunque sea una vez al día, es esencial que se reúna el núcleo familiar, por ejemplo a la hora de la cena, y sin pantallas de por medio, para tener la posibilidad de que se dirijan a los padres, obviando asuntos escolares, y hablar de otros asuntos y plantearles qué opinan o qué puntos de vista tienen de algún acontecimiento para poder guiarles«. Los progenitores también deben preocuparse por las cosas que hacen y ven sus hijos. «Interesarse por qué juegan a Roblox, qué les aporta, conocer qué influencer de moda sigue, qué le engancha a sus contenidos, qué cree que gana ese influencer por las ideas que proclama... y así poder abordar diferentes asuntos, no desde la fiscalización o la censura, sino ofreciéndoles diversos puntos de vista para que puedan contrastar y plantearse cómo llegar a la verdad. Si sabes quiénes son los amigos de tu hijo, también hay que saber dónde se mete cuando se conecta a la tecnología. Los padres deben estar informados. El mejor control parental son los padres disponibles«, advierte. Matiza que debido a la falta de un pensamiento crítico puede resultar muy grave. « Me encuentro en consulta a menores y adolescentes con trastornos de conducta alimenticia porque siguen por internet dietas que les hacen caer en la enfermedad . Además, ven en redes sociales imágenes y contenidos que les hacen creer que de determinada manera serán mejores y más felices. Pero no todos pueden ir a Bali, comer en restaurantes estupendos o mostrar cuerpos esculturales. La tendencia es compararse . Al no verse como los protagonistas del mundo virtual se sienten desgraciados y odian su cuerpo y su vida, por lo que es fácil ser presa de la tristeza, de una baja autoestima, de una mala construcción de su identidad, de determinados trastornos e, incluso, depresión. Por ello, desarrollar un pensamiento crítico desde edades tempranas no es un asunto menor«. A Ángel Terrón , psicólogo y director de Educ-at , le ha llamado mucho la atención que últimamente han pasado por su consulta jóvenes que le han reconocido que cuando tienen un conflicto con un familiar, con amigos o una novia, cuestionan a la Inteligencia Artificial quién está en posesión de la verdad. «La IA siempre les da la razón cuando preguntan porque está diseñada para evitar la confrontación, y confiados de tenerla actúan en consecuencia. Es decir, les legitima. Esto conlleva muchos riesgos . Por un lado, no muestra el razonamiento de la otra parte, no ayuda al desarrollo del pensamiento crítico puesto que no se fomenta la reflexión ante posturas diferentes de opinión y, en tercer lugar, aleja al joven del contacto interpersonal , puesto que consulta a la IA y no a un referente cercano con el que poder hablar de tú a tú. Los adolescentes cada vez tienen menos referentes en su entorno y se refugian en las pantallas«. No obstante, Terrón no quiere demonizar la tecnología, ya que en casos extremos no hay que obviar una realidad: «ayuda a estos menores y adolescentes a que expresen sus emociones , a sentirse liberados y a sentirse acompañados en un momento en el que el sentimiento de soledad es muy elevado. Pero, eso sí, les sirve de desahogo, pero no de verdadera búsqueda de soluciones«. Por ello, este psicólogo aconseja a estos jóvenes: -No renunciar al contacto interpersonal; es decir, que consulten sus dudas, conflictos, etc., a sus familiares, amigos o profesores para que juntos analicen cualquier duda sobre cualquier situación. -Aunque, sobre todo a ciertas edades, piensen que sus padres no se enteran de nada y no entienden, la familia es su gran referente y siempre está ahí como soporte de todo lo que le planteen. -Que no piensen «nadie me puede ayudar» porque no es cierto. Siempre encontrarán a la persona que sabrá guiarles. No están solos. Del mismo modo, Terrón también recomienda a los padres que aprendan a legitimar las emociones de los hijos. « Hay que escucharles , no pensar que los problemas de los hijos son menores, y darles consejos razonados y calmados, no recomendaciones rápidas como respuesta de nuestra vida estresada para poder seguir atendiendo otras tareas. Es imprescindible crear espacios de comunicación porque muchos padres cometen el error de hablar solo con sus hijos cuando hay un problema y discuten«, concluye. Un adolescente escucha que «si toma 3 bebidas energética antes de estudiar, le va a ir mejor en los exámenes». Con pensamiento crítico Pregunta: ¿De dónde salió esa idea? ¿Lo dicen estudios confiables o solo amigos y publicidad? Analiza consecuencias: Mucha cafeína puede causar insomnio, nerviosismo o taquicardia. Evalúa opciones: Tal vez dormir bien, organizar el tiempo y alimentarse mejor sean alternativas más sanas. Decisión: No se deja llevar por la moda ni la presión. Decide no consumirla hasta tener información confiable. Sin pensamiento crítico Escucha el comentario y lo cree sin cuestionar. No busca fuentes ni piensa en efectos secundarios. Toma la bebida porque «todos lo hacen» y confía en que realmente le ayudará. Actúa por imitación, sin reflexión. Es decir, la diferencia es que el pensamiento crítico lleva a una decisión informada y responsable, mientras que la falta de él hace que la persona se guíe solo por la presión social o la primera información que recibe.