No hace tanto tiempo, cuando aún respetábamos las escalas de grises, podíamos expresar nuestras opiniones sin miedo a ser etiquetados. No todo era blanco o negro. El sambenito te lo colgaban, claro. Pero era otra cosa. Ya sabemos que en este país siempre hemos sido muy dados a la división desde que Antonio Machado escribiera aquello de «Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Pero esa etapa quedó atrás. Nos habíamos reconciliado. O eso creíamos. Se podían expresar libremente las opiniones -excepción hecha del País Vasco- y vivir en armonía con quien pensaba distinto, en una sociedad mucho más plural y enriquecedora. Hoy es imposible. Quieras o no, hay... Ver Más