Hamás es una organización terrorista cuyo objetivo es eliminar al Estado de Israel. Ha utilizado a la población gazatí como escudos humanos, colocando sus centros operativos en campos de refugiados y hospitales . El 7 de octubre de 2023 asesinó a 1.218 personas y tomó a otras 252 como rehenes. Israel tenía derecho a defenderse de este ataque criminal y a exigir la liberación inmediata de los rehenes, sometidos a una situación de extrema crueldad. Pero una cosa es defenderse, y otra lo que Israel está haciendo en la franja de Gaza. Sus ataques han provocado más de 60.000 muertos y de 150.000 heridos. Según la ONU el 70 por ciento de las víctimas son mujeres y niños. Tres cuartas partes de las viviendas han sido destruidas. La restricción a la entrada de alimentos en Gaza ha provocado una hambruna. Cientos de miles de palestinos sufren malnutrición. Las muertes por inanición se cuentan por centenares. Casi mil palestinos habrían muerto en los puntos de reparto de alimentos bajo las balas de los soldados israelíes. La ONU señala que Israel ha declarado el 88 por ciento de la Franja como área militarizada. Más de dos millones de personas viven hacinadas en el 12 por ciento del territorio. Tras la inmensa destrucción provocada ¿qué sentido tiene continuar los ataques? Los israelíes dicen que continuarán hasta la total destrucción de Hamás. Hamás está casi destruida. Pero Hamás es también una idea, y es muy difícil destruir una idea. Según 'The Economist', los ataques israelíes no tienen ningún sentido militar. Un informe interno del ejército israelí los califica como un fracaso. Muchos reservistas se han negado a participar en ellos. Implican además un enorme riesgo para los rehenes. La ofensiva israelí puede no tener sentido militar, pero tiene sentido político para Benjamin Netanyahu. Le permite mantener la coalición de gobierno más extremista de la historia de Israel. Y le mantiene a él fuera de los tribunales –y quizá de la cárcel–, ante los que tendrá que presentarse cuando finalice su mandato. Todo esto supone un desprecio absoluto al Derecho Internacional Humanitario. Pero supone algo más. La Asociación Internacional de Académicos del Genocidio ha calificado como genocidio las acciones que Israel está cometiendo en Gaza , de acuerdo con el artículo 2 de la Convención de la ONU sobre el crimen de genocidio. B'Tselem, una ONG israelí defensora de los derechos humanos, coincide en que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza. Es «una acción coordinada para destruir intencionadamente la sociedad palestina en la Franja de Gaza». Segun B'Tselem, se trata de un ataque deliberado a una población, no por lo que son como individuos, sino por pertenecer a un grupo, un ataque diseñado para destruir al propio grupo. Otra ONG israelí, Médicos por los DD.HH., subraya que las acciones israelíes en Gaza cumplen tres aspectos fundamentales definidos en la Convención sobre el genocidio: «Matar a miembros del grupo, causar daños físicos o mentales graves a sus miembros, y someter deliberadamente al grupo a condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción total o parcial». David Grossman, uno de los escritores israelíes más respetados, ganador del premio Israel de Literatura, habla también de genocidio, «con un inmenso dolor y con el corazón roto». Viví en Israel tres años. Terminé admirando muchas cosas en ese país, empezando por los valores en nombre de los cuales se creó el movimiento sionista. Dar una tierra a un pueblo sin tierra. Devolverle la dignidad, después de la persecución secular de los judíos en Europa y del Holocausto. Trabajar duro, cultivar los campos, crear industrias, desarrollar la investigación. Establecer un sistema democrático. Luchar contra sus enemigos –quienes también defendían su tierra, donde vivían desde hace siglos–, pero buscando un entendimiento con ellos. Integrar a Israel en la familia de naciones. ¿Cómo es posible que Israel se haya degradado hasta el extremo de ser acusado de genocidio por sus propios ciudadanos? ¿Cómo es posible que esté cometiendo un genocidio un país cuya razón de ser fue levantarse de las cenizas del genocidio nazi y salvar los valores que los nazis intentaron exterminar? ¿En qué se ha convertido Israel? ¿Qué representa hoy a los ojos del mundo? ¿Y a los de los propios israelíes? Lo que está pasando ahora no empezó en 2023. Comenzó mucho antes, en 1967, con la ocupación de Cisjordania y Gaza tras la guerra de los Seis Días. La ocupación envenenó muchos de los valores del sionismo. B'Tselem afirma que la ocupación preparó el genocidio con décadas de 'apartheid', violencia, ingeniería demográfica, discriminación, y deshumanización de los palestinos. PHR denuncia que las autoridades israelíes, civiles y militares, declararon abiertamente desde 2023 cuáles eran sus intenciones. Matar de hambre, arrasar y borrar Gaza. «Los eliminaremos». «Lo volveremos inhabitable». «Cortaremos el suministro de alimentos, agua y electricidad». ¿Qué pensarían los padres fundadores del movimiento sionista y del Estado de Israel si hubieran podido escucharles? ¿Qué pensarían Theodor Herzl, Jaim Weizmann, David Ben Gurion, Golda Meir o Menachem Begin, el líder histórico del Likud, el partido de Netanyahu? ¿Qué dirían si hubieran oído al exministro de Defensa Yoav Gallant describir a los palestinos como animales humanos? Lo que está haciendo Israel en Gaza tiene el apoyo de EE.UU., cuya responsabilidad es enorme en todo lo ocurrido. No se puede esperar mucho de Washington. Tampoco los países árabes están siendo demasiado activos. La presidenta de la Comisión Europea ha propuesto imponer sanciones a Israel. El Parlamento Europeo se ha mostrado de acuerdo, pero entre los Estados miembros –pese a los esfuerzos de España– no ha habido hasta ahora acuerdo sobre las mismas. Si mantiene su pasividad, Europa estará renunciando a defender los DD.HH., que es un aspecto esencial de su identidad. Sus representantes tendrían mucho más difícil criticar a quienes los violen en otros lugares del mundo, como hasta ahora hemos hecho los diplomáticos europeos. Muchos les acusarán de hipocresía. Los ciudadanos israelíes hasta el momento han preferido mirar hacia otro lado. Una encuesta de junio del diario 'Haaretz' indica que el 82 por ciento de los israelíes judíos apoyan la expulsión de todos los palestinos de Gaza. Pero la sociedad israelí es abierta y dinámica, y algunos ya han levantado la voz contra esa situación. De ahí puede venir el cambio. Sólo los propios israelíes pueden recuperar el país por el que lucharon sus padres y sus abuelos. Por respeto a ellos, y por respeto a sí mismos. Pese a su potencia militar, Israel vive en una permanente sensación de inseguridad. Es lógico. La seguridad no se alcanza acumulando una superioridad militar apabullante, sino logrando que tus enemigos no deseen destruirte. Eso solo se consigue con acuerdos, no por la fuerza. Lo que sucede en Gaza está generando un inmenso odio. No más seguridad para Israel, sino menos. Como le dijo Talleyrand a Napoleón, «Sire, con las bayonetas se puede hacer de todo menos sentarse encima». Israel se ha sentado encima de sus bayonetas. Así nunca logrará la paz. Solo la solución de dos Estados puede garantizar su seguridad.