Santiago Auserón viaja a los sones de los 80 en Sevilla

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El Patio de la Diputación de Sevilla se transformó anoche en un escenario de memoria y celebración gracias a la visita de Santiago Auserón, acompañado por la Academia Nocturna. El músico zaragozano, que a lo largo de su carrera ha sabido reinventarse sin perder nunca la esencia, ofreció un concierto donde el pasado y el present e convivieron en perfecta armonía. Las luces se apagaron tras diez minutos de cortesía. Con una penumbra tenue, los músicos fueron ocupando sus puestos para dar inicio a la velada con 'Portal de la academia', tema que marcó el tono de la noche: elegante, atmosférico y lleno de matices. Apenas concluido, Auserón saludó con afecto al público sevillano: «Sevilla mía, qué emoción volver a tu regazo fragante y oloroso. Esto es una colección de postales sonoras». El arranque fue una declaración de intenciones. Tras el saludo, sonó 'Quemando caña', recibida con entusiasmo por un público que coreó el estribillo con cierta timidez inicial. La intensidad subió con 'La última rosa', mucho más celebrada, y a partir de ahí el repertorio se desplegó como un viaje entre épocas. Sonaron 'El forastero', 'Gibara' y un emocionante 'Collar de cuentas', que Auserón dedicó «a todos esos seres queridos ya fallecidos». Uno de los momentos más íntimos llegó con 'Los inadaptados', tema inspirado en el cine. Auserón confesó su devoción juvenil por Marilyn Monroe antes de sumergirse en la canción. La intensidad del público se desató con 'No más lágrimas', coreada con fuerza, distinta al recogimiento que habían suscitado otros pasajes. En todo momento, Auserón mantuvo un diálogo cálido con la ciudad: «Sevilla, me encantas, siempre me has gustado, siempre me gusta volver aquí. Me gusta ver Sevilla desde Triana ». La complicidad con el público se reforzó en 'Magnolia', nacida durante la pandemia, que comenzó con un brillante solo de clarinete, y en piezas como 'Aire' y 'A morir amores'. Sobre esta última bromeó: «Como no sueno en radios ni participo en ningún talent, estas canciones os llegan por telepatía». A sus 71 años, el artista desplegó vitalidad y humor. Con una camisa colorida, gafas de sol modernas y bailes improvisados, desgranó recuerdos de adolescencia antes de regalar 'Perla oscura'. El tramo final del concierto se convirtió en un carrusel de emociones con clásicos como 'El puente azul', 'Semilla negra' —donde contó con la colaboración de Ani B Sweet— y 'El canto del gallo', que provocaron que el público abandonara los asientos para abarrotar la parte frontal del escenario. El cierre llegó con 'La estatua del botánico', despedida sonada tras un recital que osciló entre la nostalgia y la frescura, y que dejó claro por qué Auserón cuenta con tantos años de carrera a sus espaldas . Con su voz inconfundible, su carisma intacto y el respaldo impecable de la Academia Nocturna, el maño volvió a demostrar que su arte no entiende de fronteras ni de edades.