Carlos Sainz volvió a subirse a un podio, y Max Verstappen sumó la segunda vitoria consecutiva. El holandés y los pilotos de la clase media revolucionaron el Mundial en un GP de Azerbaiyán donde los McLaren, grandes dominadores del año, anduvieron desaparecidos todo el fin de semana. Sainz, que salía segundo, acabó tercero. Es su 28ª podio en Fórmula 1 y la primera vez que se sube al cajón vestido con los colores del equipo Williams. Tras la tempestuosa clasificación del sábado, con numerosos incidente y media docena de banderas rojas —récord en F1—, la carrera fue tranquila... a partir de la segunda vuelta. Porque en la salida, como suele ser habitual, hubo cosas. Cronológicamente, antes de que se apagara el semáforo rojo, Óscar Piastri aceleró y movió su McLaren ilegalmente. Fernando Alonso, situado inmediatamente detrás en la parrilla (11º), reaccionó instintiva e instantáneamente y también pisó el pedal antes de tiempo . Resultados: sendas sanciones de cinco segundos para el australiano y el español. Piastri no pudo pagar su pena en Bakú. Porque segundos después del citado error, cometió otro más grave. Categórico. Intentando que no se le escapase el pelotón de cabeza, no midió bien los riesgos y se estampó contra el muro. Ahí se terminó su participación en la cita de Azerbaiyán. A partir de entonces, la carrera fue un balneario. Con batallas menores sobre el asfalto y mucho más interesantes juegos de estrategia desde el muro y en los garajes. Mientras Verstappen cabalgaba en solitario y sin preocupación alguna, Carlos Sainz daba una lección de pilotaje preciso y control global de escenario, única manera de mantener las esperanzas de subirse al podio. La gran amenaza fue siempre Rusell. El inglés hizo una buena salida y esperó su momento para, en ese reseñado baile de tácticas, dar el hachazo definitivo. Sainz hizo la primera y única parada en la vuelta 28. Salió manteniendo la segunda posición virtual, pero el piloto de Mercedes fue recortándole tiempo hasta que, en el giro 41, supo llegado su momento. George visitó el garaje de la escudería germana, sus mecánicos escribieron una parada perfecta y rapidísima, y cuando volvió a pista ya no era segundo virtual. Era segundo de verdad. Detrás, mucho más atrás, los pilotos de los equipos pobres sumaban kilómetros sin fe alguna. Entre ellos, Fernando Alonso, que con el habitual ritmo cansino del Aston Martin y los 5 segundos de sanción, finalizó 15º. Sólo superó a los dos Alpine (último y penúltimo), a su compañero Stroll y a Hulkenberg. (EN AMPLIACIÓN)