'La primera escuela' es una oda a la educación francesa que nació a finales del siglo XIX en el país vecino. Con los valores republicanos por bandera y una reivindicación del lema 'Libertad, igualdad, fraternidad', tres palabras que estructuran la película y la democracia de los galos. Éric Besnard , como director y guionista, cuenta la historia de Louise Violet una mujer que representa a aquellas maestras que marcharon de las ciudades hacia los pueblos más alejados para acercar las escuelas a los pueblos. Alexandra Lamy interpreta a esta fuerte protagonista que no se rendirá hasta obtener los resultados que busca. Entre rodajes de su nueva película, la actriz francesa saca un rato para charlar sobre 'La primera escuela', film llega a los cines de España este 19 de septiembre. -La película se centra en la educación pública, laica y gratuita. ¿Qué ha sentido grabando esta película? -Lo primero que hay que tener en cuenta es de dónde procede exactamente esta institución, la escuela. Al principio la escuela se creó porque habían perdido la guerra contra los rusos, y ya no tenían representantes de alto nivel que enviar a la guerra. O sea que el objetivo inicial era formar a soldados, pero poco a poco se dieron cuenta de que era importante que la escuela fuera para todo el mundo, no solo para enseñar a militares. También hay que tener en cuenta el papel que juegan los campesinos. Ellos temían la escuela, y que por lo tanto sus hijos abandonaran el campo para acudir a las ciudades o bien para luchar. La escuela es considerada una de las bases de la democracia, tal y como la conocemos hoy en día. -¿Cree que en cierta forma se han perdido los valores democráticos que reivindican? -No, en todo caso, intentamos que la escuela mantenga su esencia republicana y laica. Es un tema muy importante en Francia . Hay que intentar proteger al máximo nuestra escuela para mantener estos valores. Es el lugar donde los maestros pueden hablar de democracia y del estado republicano, es importante para nuestros hijos tener esos profesores que les enseñen a valorar la República. No sé cómo se hace en España, pero para los franceses el tema de la educación nacional es siempre un gran tema, muy debatido, es un peso enorme en la construcción de los niños. La escuela es una locura, les damos a nuestros hijos, confiamos en alguien que no conocemos. Pero hoy nos damos cuenta de que es un trabajo muy difícil, muy complicado, porque algunos profesores son asesinados en Francia, decapitados hasta morir en la escuela. Hoy, esta profesión es un trabajo que se considera peligroso. Porque no queremos que los extremos regresen. Queremos guardar la libertad de la valentía republicana, de la laicidad, y no queremos que la escuela se convierta en un lugar donde los extremos religiosos o ultras puedan quedarse esa libertad. -¿Qué quiere decir? -Hoy en día los docentes tienen miedo de abordar ciertos temas porque hablamos de valores republicanos, de democracia y de libertad de expresión, eso ha pasado en las escuelas que han sido asesinados profesores. Han tenido que poner medidas de seguridad como, por ejemplo, registrar las mochilas de los chicos antes de que accedan al recinto escolar. Es loco. Hay que proteger la escuela, pero protegerla en el sentido literal de la palabra. Este film es aún más importante, porque no solo hablamos del rol de la institución, sino también del rol de la escuela. Hay niños de 14 y 18 años que al final de la película aplaudían a sus profesores y estaban muy contentos porque se daban cuenta de que es un lugar con un privilegio extraordinario. Hay países donde hay niñas y niños pequeños que no tienen acceso. Y cuando vemos cuán difícil es mantener una clase, mantener una valoración, una libertad, creo que los jóvenes también se sienten muy afectados por lo que ven en la pantalla. -Y regresando a 'La primera escuela', cuentan la historia de mujeres maestras en una época difícil para ellas -Efectivamente, vemos bien el combate que fue. Hubo algunas mujeres que cogían pocas cosas y se iban a los pueblos para intentar traer la escuela. Eran muy mal recibidas; y los profesores también. Los primeros que fueron por toda Francia para intentar instalar escuelas fueron extremadamente mal recibidos. No tenían un lugar para ellos, dormían en establos con las vacas. Lo que se ve en la película, un total rechazo de los pueblos, porque, el problema principal, es que los niños eran la mano de obra. Y el miedo de los padres era: '¿Qué van a hacer con nuestros hijos?'. -Los niños, la pureza de la intimidad y la identidad de los pueblos son claves en la película -Pues sí, yo misma vengo del mundo rural y es verdad que hubo una época en que la gente se iba del campo para ir a las ciudades, pero hoy en día curiosamente están regresando. Tienen ganas de reencontrarse con esa identidad. En Sabran, que es la zona de la que yo vengo, hay mucha agricultura y se sabe que es un oficio difícil, sacrificado, pero es una maravilla porque nos da de comer a todos y al final lo que buscamos también es esa identidad de la que hablábamos. Además, ahora las ciudades se parecen cada vez más, las mismas tiendas y las mismas cosas y es una tristeza horrible. Eso es lo que nos gusta cuando viajamos, ir a lugares donde no tenemos los mismos negocios y que entremos en un universo diferente. Eso es maravilloso. Creo que el confinamiento también cambió mucho las cosas. Hubo muchas personas que dejaron las grandes ciudades para ir a vivir a pueblos o ciudades más pequeñas. El ritmo de trabajo también ha cambiado. Los jóvenes tienen ganas de aprovechar su tiempo, ya no quieren trabajar horas y horas como trabajaban sus antepasados. -¿Hay alguna experiencia que le haya llevado a esas conclusiones? -Ahora estoy trabajando en una película sobre el Camino de Santiago. En ella acompaño a un joven durante tres meses y su viaje termina en España. No sabes la de jóvenes con los que me he encontrado; buscan valores y tiempo que dedicar a la contemplación. -Y a nivel más personal, ¿cómo ha sido ponerse en la piel de esa mujer de finales del siglo XIX? -Me he informado mucho sobre esta época. Fue muy interesante buscar cómo construimos nuestras primeras escuelas, cómo empezamos. Trabajamos mucho con el director y guionista, Éric Besnard. También me alimenté de que esta mujer tenía un secreto muy fuerte. Y ella es ese tipo de persona que dice: 'Me enfrento a todas estas dificultades para que haya aquí una escuela, pero es que si no lo hago moriré'. Así que había algo de ella que estaba lista para ir hasta el final. Y pensé que era interesante mantener eso para el personaje, porque le daba fuerza. Viene de la ciudad, va a enfrentarse a los hombres y además representa la revolución. Porque nosotros hablamos de que es una mujer comunera, y en Francia la Comuna fue la revolución. Ella representa esa fuerza, y su secreto le permite mantener la cabeza. De todas maneras, ella no tenía nada que perder. Personalmente el corsé me ayudó a tener al personaje presente. El vestuario también es importante porque ella siempre va con la espalda recta y las otras mujeres no lo llevan, y simboliza ese contraste. -Hable de esos hombres a los que se enfrenta su personaje -Llega a un mundo formado principalmente por hombres y llega para transmitir todo lo que ella quiere transmitir a los niños. Se encuentra con Grégory Gadebois, quien interpreta al alcalde. Es la religión contra la libertad de expresión. Un verdadero frente a frente de esta maestra y el alcalde, además del cura. Ha sido interesante empaparnos de todo lo que fue aquella época.