Incluso para los estándares de un país que aún no ha conocido un presidente que no fuera cristiano; en el que los actos políticos, sobre todo los republicanos, empiezan con una oración colectiva; y la frase “Dios bendiga a Estados Unidos” es un comodín para cerrar cualquier discurso, el memorial de Charlie Kirk celebrado el domingo tuvo pocos precedentes en la historia reciente por su confusión entre los asuntos de la religión y la política.Seguir leyendo