Antes que del fútbol hablemos de Bordalás. Genera en la parte delicada en la que se sientan, o se levantan, los entrenadores, una pasión excesiva. Rompe el equilibro educado que se le supone a los protagonistas de esa zona del juego. Parecía enfadado con el mundo entero, también con los suyos, y con el árbitro, al que le daba órdenes como si acabara de llegar de un lugar en el que alguien le dijo que así se hacían las cosas: gritando. Seguir leyendo....