Bruselas reduce el objetivo de eliminación de emisiones contaminantes del 100% al 90% en 2035. El 10% de emisiones se deberá compensar mediante créditos con el uso de acero bajo en carbono fabricado en la UE o la utilización de biocombustiblesLos 27 países de la UE debilitan las exigencias climáticas para cerrar un acuerdo para la COP30 La presión de la industria europea del automóvil ha tenido su efecto y la Unión Europea da marcha atrás en uno de sus propuestas ecológicas más avanzadas. Bruselas elimina la prohibición total de motores de combustión de la UE para 2035: se permitirá a los fabricantes de automóviles seguir produciendo un número limitado de vehículos de gasolina y diésel ya que el nivel de emisiones permitido es de un 10% del registrado en 2021, es decir se pasa de un objetivo del 100% de emisiones cero a otro del 90%. Mientras que para las furgonetas, el objetivo de reducción de emisiones de CO2 para 2030 se reduce del 50% al 40%, según la Comisión tras “reconocer la dificultad estructural en la electrificación de este segmento”. Tanto Stellantis como Mercedes-Benz, Volkswagen o BMW además de la ACEA (The European Automobile Manufacturers' Association) han hecho un fuerte lobby sobre las instituciones europeas con la ayuda de los Gobiernos de Alemania e Italia, entre otros, para que los motores de combustión puedan seguir funcionando en 2035. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha admitido que “innovación, movilidad limpia y competitividad fueron las principales prioridades en nuestros intensos diálogos con el sector automotriz y las organizaciones de la sociedad civil. Y hoy, los estamos abordando a todos juntos. A medida que la tecnología se transforma rápidamente la movilidad y la geopolítica remodelan la competencia global, Europa sigue a la vanguardia de la transición global transición limpia”. El pasado octubre, Von der Leyen ya mandó una carta al al Consejo Europeo sobre la competitividad en la que avisaba de que pretendía “acelerar la revisión del reglamento sobre los estándares de emisiones de CO2 para automóviles y furgonetas” para que la futura legislación estuviera más cerca de las peticiones de la industria del automóvil. Este cambio de posición responde a una metamorfosis más profunda en el seno de las instituciones europeas con el propósito de revertir los avances de la agenda verde conseguidos en la pasada legislatura y la apertura de una nueva etapa política con la rotura del cordón sanitario del PP europeo con la ultraderecha para votar conjuntamente para rebajar las exigencias medioambientales. Prueba de este cambio de paso ha sido que el presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, ha sido quién ha confirmado la marcha atrás europea antes que la propia Comisión: “Todos los motores podrán seguir produciéndose y vendiéndose en el mercado europeo después de 2035. El objetivo del 90% para 2035 es una petición del Parlamento Europeo, que ya se intentó introducir como enmienda cuando se debatió esta prpuesta en el Parlamento hace cuatro años”. La ministra española de Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha admitido este martes ques “es un momento geopolítico y un contexto complicado. La Comisión ya ha introducido flexibilidades en el pasado”. Aagesen ha recalcaldo que la posición del Gobierno español es “continuar con esa hoja de ruta que se trazó con el objetivo de poner fin a la comercialización de vehículos de combustión en 2035. Es importante cumplir con los compromisos que se han definido para proporcionar estabilidad a los inversores y también a los ciudadanos”. No se va a cumplir. Un alto funcionario de la Comisión trató de justificar el cambio de cero emisiones al 90%: “No significa que no vayamos a alcanzar nuestro objetivo de neutralidad climática. Cualquier emisión tendrá que ser compensada mediante el uso de créditos, que se pueden obtener mediante el uso de combustibles renovables sostenibles o mediante el uso de acero de bajo carbono fabricado en la UE. Estas flexibilidades permiten asegurar el objetivo del 90% al mismo tiempo que se cumpla el objetivo de neutralidad climática”. Pero en la industria del automóvil eléctrico no se ve de la misma manera. “Pasar de un objetivo claro de cero emisiones del 100% a uno del 90% puede parecer pequeño, pero si retrocedemos ahora, no solo dañaremos el clima. Dañaremos la capacidad de Europa para competir”, avisó el CEO de Polestar, marca de coches eléctricos del Grupo Volvo, Michael Lohscheller, según informa Reuters. De esta manera se incumple el compromiso de la Comisión y a partir de 2035 seguirá habiendo vehículos con motores de combustión interna junto a híbridos enchufables, híbridos ligeros, eléctricos puros y con mecánica de hidrógeno. Créditos para producir coches eléctricos pequeños Pero además de incumplir, la Comisión Europea va a premiar a la industria automovilística europea. Hasta 2035, los fabricantes se va a beneficiar de “supercréditos” por producir coches eléctricos pequeños (por debajo de los 4,2 metros de tamaño) y asequibles fabricados en la Unión Europea. El objetivo es mejorar la competitividad de la oferta europea eléctrica con la incentivación de más modelos económicos en el mercado. Por otro lado, Bruselas va a potenciar la industria de baterías con la inversión en el plan “Battery Booster” de 1.800 millones de euros para acelerar una cadena de valor de baterías totalmente fabricada en la UE. De esa cantidad, 1.500 millones de euros se destinarán a prestamos sin intereses para los fabricantes europeos de baterías. También se propone una iniciativa para descarbonizar las flotas de empresas con objetivos a nivel de los Estados miembros para apoyar la adopción de vehículos de cero y bajas emisiones. Para que los vehículos se beneficien de apoyo financiero público, será un requisito previo que sean de cero o bajas emisiones y tengan la etiqueta “Hecho en la UE”. Siguiendo la estela del planteamiento de la reducción de la regulación y las cargas administrativas que ha impuesto en los últimos meses la Comisión Europea, se va a realizar una simplicación de normas y recortes de trámites por el que se espera que las empresas automovilísticas se ahorren unos 706 millones de euros al año.