El patrimonio histórico de la cristiandad cuenta desde hoy con un hito recuperado para el público y los estudiosos. En la ciudad portuaria de Áqaba, estratégicamente situada a orillas del Mar Rojo en Jordania, ha reabierto oficialmente un sitio arqueológico que desafía las cronologías convencionales del arte sacro. Este yacimiento no es solo una ruina más; los especialistas lo consideran una de las evidencias más antiguas y tangibles de un edificio levantado ex profeso para el culto cristiano, mucho antes de que la fe en Cristo saliera de la clandestinidad bajo el Edicto de Milán.La importancia de este hallazgo radica en su antigüedad. Mientras que muchas de las grandes basílicas actuales fueron construidas tras el reconocimiento oficial del cristianismo por el emperador Constantino, la iglesia de Áqaba es un testimonio vivo de una comunidad que, aun en tiempos de incertidumbre y posible persecución, decidió erigir un templo estable y dedicado. Este hecho marca un punto de inflexión en nuestra comprensión del cristianismo primitivo en la región del Levante.Un descubrimiento que cambió la arqueología bíblicaEl yacimiento fue descubierto originalmente en 1998, durante una serie de excavaciones sistemáticas dirigidas por el reputado arqueólogo estadounidense Thomas Parker. En aquel momento, el equipo de investigación no imaginaba que bajo las arenas de la antigua «Aila» —el nombre romano de Áqaba— se encontraba una estructura que databa de finales del siglo III o principios del IV.A diferencia de las llamadas "iglesias domésticas" (domus ecclesiae), que eran viviendas privadas adaptadas para la oración, la estructura de Áqaba presenta una planificación arquitectónica clara y premeditada. Los investigadores han identificado una distribución de tipo basilical, que incluye una nave central, pasillos laterales y un ábside orientado ritualmente hacia el este. Esta disposición demuestra que la comunidad cristiana local ya poseía una organización litúrgica sofisticada y la capacidad económica y social para sostener una edificación de este calibre.Evidencias materiales: Monedas, vidrio y la cruz de broncePara datar con precisión un edificio de tal antigüedad, los arqueólogos se han apoyado en una serie de hallazgos materiales que perfilan el entorno cotidiano de aquellos primeros fieles. Entre los muros conservados, se han recuperado numerosos objetos que actúan como "testigos silenciosos" de la fe. Destacan especialmente las lámparas de vidrio y las piezas de cerámica, pero el elemento cronológico determinante han sido las monedas romanas encontradas en el lugar.Estas monedas permiten situar la construcción y el uso principal del edificio entre los años 293 y 303 de nuestra era. Esta fecha es crucial, ya que coincide con el periodo previo a la Gran Persecución de Diocleciano. El hecho de que una iglesia de este tamaño existiera en ese momento sugiere que, en ciertas zonas fronterizas del Imperio, como Aila, el cristianismo gozaba de periodos de relativa tolerancia o de una presencia tan arraigada que no podía ser ignorada.Además de la estructura principal, el descubrimiento de un cementerio vinculado al templo ha aportado pruebas adicionales de su identidad. Entre los restos recuperados en el área funeraria, se hallaron fragmentos metálicos que han sido interpretados como partes de una cruz de bronce. Este pequeño objeto es uno de los indicios más claros y antiguos del uso iconográfico de la cruz en un contexto comunitario estable fuera de las catacumbas.Jordania iglesia más antigua del mundoÁqaba en el paisaje de la fe cristiana tempranaLa reapertura de este sitio no es solo un evento turístico, sino una reivindicación de la memoria histórica de Jordania como tierra santa. Áqaba, por su posición como puerto comercial, era un crisol de culturas y creencias. La presencia de esta iglesia demuestra que el cristianismo no se expandió únicamente a través de los grandes centros urbanos como Roma o Antioquía, sino que floreció en los confines del desierto y en los puertos de intercambio mercantil.Los vestigios de Áqaba nos hablan de una fe vivida en comunidad. No se trata de un monumento tardío construido para celebrar el triunfo del cristianismo, sino de un espacio de resistencia y devoción previo a los reconocimientos oficiales. Es un recordatorio de que la identidad cristiana se forjó en la sencillez de los muros de adobe y piedra, en la oración comunitaria frente a un ábside orientado al sol naciente y en la esperanza de una vida eterna testimoniada en su cementerio adyacente.Conclusión: Un destino de peregrinación y culturaCon la reapertura oficial del yacimiento, Jordania da un paso adelante en la protección de su patrimonio religioso. El sitio se presenta ahora como un destino cultural de primer orden, integrado en la ruta de los primeros siglos del cristianismo. Ofrece a los visitantes y peregrinos la oportunidad única de tocar las piedras que, hace más de mil setecientos años, albergaron los primeros himnos y oraciones de una Iglesia que empezaba a caminar con paso firme por la historia.Este testimonio excepcional del cristianismo preconstantiniano nos invita a reflexionar sobre las raíces de la fe y la importancia de conservar estos vestigios que, a pesar del paso de los siglos y las inclemencias del desierto, han permanecido para contarnos quiénes fueron aquellos que nos precedieron en la huella de la fe.Infocatólica