Si María Guardiola pensaba que con las elecciones celebradas este domingo iba a conseguir la autonomía suficiente para gobernar en solitario y poder prescindir, así, del apoyo de Vox, se ha equivocado. Ha sido una apuesta fallida que le ha llevado a caer de la sartén al fuego, a ir de mal en peor, y ello pese al desplome absoluto del PSOE. Ahora, Guardiola volverá a necesitar a los de Abascal para su investidura, además de para aprobar presupuestos y leyes, así que puede verse forzada a hacer más cesiones de las que le pedían hace tan solo dos meses. No hay más que ver las exigencias de la ultraderecha que acaba de asumir el PP en la Comunidad Valenciana. Y eso, siempre que el presidente de Vox no cumpla con su amenaza de exigir la retirada de Guardiola para respaldar un gobierno de los populares. Extremadura ha mostrado en las urnas cómo Vox crece sin necesidad casi de concurrir, porque su candidato, Óscar Fernández, era hasta ahora un perfecto desconocido. Es cierto que en esta ocasión Abascal se ha volcado en la campaña, pero también lo es que la ultraderecha medra sin necesidad de hacer nada, como la destinataria de un voto de impugnación a todo. Seguir leyendo....