La arqueología subacuática acaba de asomarse a una cota que, hasta hace poco, parecía reservada a la ciencia ficción. A 2.570 metros bajo el Mediterráneo, frente a Saint-Tropez, un mercante del siglo XVI descansa entero, como si el tiempo hubiera decidido detenerse. No es un rumor ni una hipótesis: la localización es oficial y marca un antes y un después para Francia.