No la reconoció como suya hasta que le indicaron la dirección, el número 3 de la calle Manuel Maroto, en Puente de Vallecas. Estaba al tanto de que la explosión había tenido lugar en un edificio próximo a un bar. Pero la imposibilidad de que algo así le ocurriera a ella le impedía reconocerla entre las fotografías que en ese momento circulaban por el comedor. Bastó que uno de los últimos empleados que permanecían aún en la cafetería donde trabaja mencionaran el nombre de la avenida para que lo viera claro: su casa entre los escombros . Y Fabio, su pareja, seguía sin contestar las llamadas de teléfono. A María Eugenia Ortiz, de 44 años, le gusta que le llamen Mariu. Es de fe inquebrantable. Cualquiera habría sucumbido tras perder a su pareja y contemplar la devastación de su hogar tras la explosión. El pasado sábado 13 de septiembre, en torno a las 15.00 horas, esta vía –Manuel Maroto– del barrio de San Diego quedó totalmente irreconocible. Una detonación en un piso bajo anexo al bar peruano Mis Tesoros reventó la pared medianera que separaba la vivienda del negocio, afectando a cerca de una decena de viviendas del bloque. Los sanitarios atendieron a 25 personas y dos cadáveres fueron localizados por los Bomberos. Entre ellos, el del colombiano Fabio Enrique Benavides, de 52 años y pareja de Mariu. Ahora, periodistas, editores, diseñadores, productores y el resto de trabajadores de RTVE se han volcado con la colombiana –quien trabaja desde hace meses en el comedor de la entidad pública, cubriendo una baja los fines de semana– y han puesto en marcha una colecta económica para «apoyarla en este momento tan duro y ayudarla a reconstruir su vida» que ya supera los 11.600 euros . «Todo surgió porque una compañera nos comentó que le iba a ofrecer dinero, y pensamos que sería buena idea crear una campaña solidaria para que todo aquel que quisiera pudiera ayudarla económicamente. Aquella misma noche, el 23 de septiembre, ya estaba activa. Pusimos como objetivo 2.400 euros, y hasta ahora hay 11.692 euros recaudados», cuenta Fernando Suárez, diseñador gráfico de RTVE e impulsor de la iniciativa. Mariu asegura que sin esta ayuda no habría salido adelante. Agradece una y otra vez a los trabajadores de Prado del Rey y a todas las personas que la están ayudando, y se pregunta qué hubiera sido de ella si no llega a estar trabajando en la entidad pública, cómo hubiera sobrevivido. En estos momentos, la colombiana se encuentra viviendo en San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde), en casa de una compañera. «Me siento muy apoyada, pero necesito mi espacio», expresa. Así, lo primero que pretende hacer con el dinero «es, sin duda, buscar una habitación». Luchará, también, por traerse a España a su hija, Manuela, de 25 años. «Sufre fibromialgia desde los 16 años. Si Dios lo permite, la idea es que venga y esté conmigo el tiempo que sea necesario». Por su parte, los servicios sociales de Puente de Vallecas han realizado una valoración social y económica del resto de personas afectadas «y se han tramitado ayudas para alojamiento u otras necesidades básicas ante casos de vulnerabilidad». Actualmente, Samur Social sigue alojando en recursos municipales a siete personas desde el día que se produjo la explosión. Desde el área de Gobierno de Políticas Sociales, Familia e Igualdad explican a ABC que, al principio, fueron alojados en hoteles y albergues propios «hasta que los seguros les han respondido o han podido irse con las familias». Además, indican que «no hay fecha fija establecida de salida para los afectados». También se les ha facilitado manutención, atención psicológica, cobertura de medicación y tarjetas de transporte. Los vecinos se encuentran tramitando con los seguros las actuaciones que correspondan en cada caso, poniéndoles a su disposición el Servicio de Orientación Jurídica (SOJ) del ayuntamiento para ofrecer asesoramiento gratuito. La mañana de aquel sábado, Mariu se despidió de Fabio y salió de casa a las 5.45 horas para llegar a las 7.00 a Prado del Rey, donde se encuentran los estudios de RTVE. Lo llamó pasadas las diez: «Quería saber cómo iba. Le dije que lo llamaría más tarde y le tiré un beso. No sabía que sería la última vez que escucharía su voz» . A las cuatro de la tarde, Fabio ya no contestaba las llamadas. No fue hasta la madrugada del domingo que localizaron su cuerpo entre los escombros. Al parecer, recibió un golpe mortal. «Eso quiere decir que no sufrió. Es lo único que me reconforta». Y llora. Y agradece a Dios. Mariu solicita, al inicio de la conversación, dejar una cosa en claro: «Ni éramos okupas ni regentábamos un negocio de drogas. Fabio trabajaba en la construcción y se encontraba en el momento de la explosión instalando placas de pladur en el sótano para solucionar un problema de humedad». La colombiana aseguró a los agentes que existía un alquiler del espacio: «Entre las pocas cosas que se salvaron, apareció una cartera con el contrato de arrendamiento». Insiste en aclarar este aspecto tras leer algunos comentarios en los que se les acusaba de habitar el inmueble, un local reconvertido en vivienda, de manera ilegal. Por él la pareja pagaba 750 euros al mes. No obstante, este no contaba con cédula de habitabilidad , y en el portal de transparencia urbanística del Ayuntamiento de Madrid, aún aparece como local sin actividad.