El Papa denuncia «el sufrimiento del pueblo palestino», pero alerta del aumento del antisemitismo en el mundo

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El Papa se ha mostrado preocupado este domingo por la deriva antisemita que están tomando las manifestaciones de apoyo a Gaza y a la flotilla, como por ejemplo el atentado que el jueves dejó tres muertos en la sinagoga de Manchester o la sustitución por las calles de Roma del nombre de víctimas del Holocausto con el de personas fallecidas en la Franja. También ha apoyado el plan de paz que Trump y Netanyahu han propuesto a Hamas, pues ha pedido a «todos los responsables que se comprometan en este camino». Por otro lado, ha celebrado misa ante decenas de miles de personas de asociaciones de ayuda a migrantes, y en la homilía ha retomado las reclamaciones del Papa Francisco en defensa de quienes se ven obligados a abandonar sus países por la guerra, la violencia o la pobreza. «Expreso mi preocupación por el aumento del odio antisemita en el mundo, como desgraciadamente se ha visto con el atentado terrorista de hace unos días en Manchester. Me sigue entristeciendo el inmenso sufrimiento que padece el pueblo palestino en Gaza», ha dicho durante el ángelus en la plaza de San Pedro, encadenando una y otra frase. Por otro lado, ha asegurado que ve positivamente que «en estas últimas horas, en la dramática situación de Oriente Próximo, se están dando algunos pasos significativos en las conversaciones de paz, que espero alcancen pronto los resultados deseados». «Hago un llamamiento a todos los responsables para que se comprometan en este camino, cesen el fuego y liberen a los rehenes», ha añadido. Como es un líder espiritual, ha propuesto a los católicos que este mes de octubre recen el rosario para implorar la paz en el mundo y este domingo ha pedido concretamente oraciones «para que los esfuerzos que se están haciendo pongan fin a la guerra y nos conduzcan hacia una paz justa y duradera». «Intensifiquemos nuestra oración por la paz: una oración que se hace solidaridad concreta con los pueblos desgarrados por la guerra», ha insistido. Como la misa de este domingo era la clausura del Jubileo de los Migrantes, tanto en la homilía como en el ángelus, ha reflexionado también sobre el papel de los cristianos ante la crisis migratoria. Durante la homilía ha retomado el tono que utilizaba su predecesor el Papa Francisco y ha dicho que «no se debe obligar a nadie a marcharse, ni se debe explotar o maltratar a nadie por estar necesitado o ser forastero. En primer lugar debe ponerse, siempre, la dignidad humana», ha clamado. El Papa ha mencionado que «la fe trasforma nuestra existencia hasta hacerla un instrumento de la salvación que Dios sigue queriendo realizar en el mundo». «Es una salvación que se realiza cuando nos comprometemos en primera persona y nos hacemos cargo, con la compasión del Evangelio, del sufrimiento del prójimo; es una salvación que se hace camino, de forma silenciosa y aparentemente ineficaz, en los gestos y en las palabras cotidianas». Se trata de salir de «la comodidad de nuestro individualismo, quedarnos para mirar a la cara a aquellos que llegan desde tierras lejanas y sufrientes, permanecer para abrirles los brazos y el corazón, acogerles como hermanos, ser para ellos una presencia de consolación y esperanza». León XIV ha propuesto contemplar «la historia de muchos de nuestros hermanos migrantes, el drama de su fuga de la violencia, el sufrimiento que los acompaña, el miedo a no lograrlo, el riesgo de peligrosas travesías a lo largo de las costas del mar, su grito de dolor y desesperación. Esas barcas que esperan avistar un puerto seguro en el que detenerse y esos ojos llenos de angustia y esperanza que buscan una tierra firme a la que llegar, no pueden y no deben encontrar la frialdad de la indiferencia o el estigma de la discriminación». «A los emigrantes les digo: son siempre bienvenidos», ha subrayado. Este fin de semana, el Vaticano ha acogido un congreso organizado por la Universidad Villanova de Estados Unidos, que ha reunido a expertos en busca de modos constructivos de acoger a los emigrantes y ayudarles a integrarse en los países que los reciben. Para dar seguimiento a esos trabajos han instituido el «Mother Cabrini Institute on Inmigration».