“Es cuestión de contar”, dice el comandante Jules Marie Ndour, mientras observa a través de los prismáticos. En el horizonte azul oscuro acaba de aparecer una embarcación de madera de colores vivos. “Cinco hombres”, concluye Ndour. Son pescadores. “Los barcos de migrantes suelen ir abarrotados con cientos de personas”. En la sala de control del nuevo buque patrullero Cayor, tres marineros con mono azul oscuro examinan la gran pantalla del radar tratando de ver los puntos. El barco pone rumbo hacia el siguiente punto verde. Seguir leyendo